«La hojarasca» vista con los lentes de la crítica y la teoría literaria


Para alimentar la reflexión sobre la sexta novela del reto 10 libros en 2020, compartimos este análisis de la novela de Gabriel García Márquez, preparado por una estudiante de licenciatura en literatura y lengua castellana, en donde se exploran conceptos como la intertextualidad y la transtextualidad. Un artículo del especial sobre La hojarasca, parte del Club de Lectura Virtual.

Por María José Vargas Yanes* [Montelíbano, Córdoba]

La primera novela de Gabriel García Márquez consiste en tres monólogos internos realizados por un coronel, su hija y su nieto de diez años, que viven en un pueblo que se identifica como Macondo y en el cual estuvo instalada por varios años la compañía bananera que será una protagonista en otras novelas del autor. En el siguiente escrito literario se utilizan como enfoques de análisis la narratología y la transtextualidad, considerando que estos enfoques sugieren o generan significados bien sea de manera implícita o explícita.

La narración de La hojarasca cambia entre las tres generaciones de una familia. Los personajes (padre, hija y nieto, respectivamente) se encuentran en un limbo espiritual después de la muerte de un hombre apasionadamente odiado por toda la aldea, pero inexplicablemente vinculado al patriarca de la familia. En esta novela, el lector se encuentra con el manejo de una técnica narrativa diferente a la típica y tradicional del narrador omnisciente. En la obra no existe dicho narrador, por el contrario, se encuentra una estructura de voces narrativas en donde se fusionan y alternan, discursivamente. Se tiende a desarrollar una diégesis, que es el conjunto de acciones ocurridas en el aquí y ahora de su enunciación, es decir, enhebradas espacio-temporalmente mediante la acción discursiva de narrar, nos dirigen hacia diversas perspectivas que cada uno marca a través de su testimonio.

Las voces que se encuentran en el texto son el coronel, Isabel y el hijo de Isabel. Las tres cumplen la principal función: ser narradores diegéticos. Las voces de Isabel y del coronel coinciden en ser narradores homodiegéticos. Éstos son aquellos que están involucrados en el mundo narrado y están en primera persona. Por lo tanto, este tipo de narradores conoce la historia que se narra y como prueba de esto, da su testimonio. El hijo de Isabel se enuncia desde otra óptica como un narrador metadiegético, aquel que narra en su calidad de personaje.

La trascendencia textual del texto

El teórico francés Gérard Genette explica la transtextualidad, o «trascendencia textual del texto», como «todo lo que pone al texto en relación, manifiesta o secreta, con otros textos«.​ Dentro de este mismo estudio, Genette enumera cinco tipos de relaciones transtextuales que cada texto posee: paratextualidad, intertextualidad, hipertertextualidad, metatextualidad y architextualidad. Dicho lo anterior, la paratextualidad es la relación que se da entre el texto y el subtítulo, el prefacio, el prólogo, el epígrafe, las ilustraciones, las advertencias, las dedicatorias, los índices, el nombre del autor, las notas al lector, y otros que ayudan a estructurar al texto. 

El epígrafe de La hojarasca es un pasaje tomado de la tragedia griega Antígona de Sófocles, en el que se proclama el bando de Creonte de no enterrar a Polínice. Éste sirve para prefigurar la situación que se presentará en la novela: al igual que Antígona, que decide enterrar a su hermano.

En relación con la intertextualidad, también llamada intertexto o lectoescritura intertextual, es la posibilidad de relacionar un texto con otro u otros, manteniendo relaciones entre sí. Es la relación de copresencia entre dos o más textos. La intertextualidad se presenta por la presencia de un texto en el interior de otro texto. 

En lo que respecta de La hojarasca como objeto de análisis, el padre, un anciano que lleva el título de Coronel en la aldea, ha hecho una promesa de enterrar al recientemente fallecido médico, a pesar del consenso dentro de Macondo, donde consideran dejarlo pudrirse en la casa donde él había vivido en completo aislamiento social durante la última década. A pesar de todo lo dicho, el coronel siguió firme en la promesa que le hizo después de que el doctor francés le ayudara con el accidente en su pierna.

Yo había de preguntarle dos días después cuál era mi deuda, y él había de responder:

«Usted no me debe nada, coronel. Pero si quiere hacerme un favor, écheme encima un poco de tierra cuando amanezca tieso. Es lo único que necesito para que no me coman los gallinazos.»

En la cultura occidental, tanto en las fuentes bíblicas como en el pensamiento clásico griego, enterrar a los muertos ha sido considerado siempre un rasgo de verdadera humanidad. Como algo exigido por el derecho natural frente al mandato de alguien que prohibiera dar sepultura a un ser humano. (Arnau, 2018)

La Antígona de Sófocles es un ejemplo vivo de esa creencia en el hombre como res sacrae (cosas sagradas) para decirlo con palabras de Séneca, y por eso merecedor de respeto. En la tradición cristiana, enterrar a los muertos ha sido considerado siempre una obra de misericordia. Los muertos tienen derecho a descansar en paz. Y esto de manera incondicionada. 

Así que cuando me hizo contraer el compromiso que ahora voy a cumplir, no me sentí desconcertado. Sencillamente le dije: 

—Es una petición innecesaria, doctor. Usted me conoce y debía saber que yo lo habría enterrado por encima de la cabeza de todo el mundo, aunque no le debiera la vida.

Creonte, entonces rey de Tebas, piensa imponer la prohibición de hacer ritos fúnebres con el cuerpo de Polinice, como castigo ejemplar al traidor. Sus dos hermanas, Antígona e Ismena, conversan, y Antígona pide a Ismena que le ayude a honrar el cadáver de su hermano, pese a la prohibición de Creonte. Esta se niega, pero Antígona decide seguir con su plan, así como el Coronel en La hojarasca.

ISMENA: Pero ¿de verdad piensas darle sepultura, a pesar de que se haya prohibido a toda la ciudad?
ANTÍGONA: Una cosa es cierta: es mi hermano y el tuyo, quiéraslo o no. Nadie me acusará de traición por haberlo abandonado.
ISMENA: ¡Desgraciada! ¿A pesar de la prohibición de Creonte?
ANTÍGONA: No tiene ningún derecho a privarme de los míos. (Sófocles, 2001)

Polínice es el hermano de Antígona y el doctor es un amigo del coronel. Antígona quiere  sepultar a su hermano, el patriarca a un amigo, y quizás al final lo que dicen es que no importa el vínculo mismo con el muerto sino el compromiso con los muertos mismos, tal vez porque en las similitudes del hombre la muerte es la más  común, es el  más espejo  de los espejos  en  donde todos los seres humanos son  iguales.

En cuanto a la tercera categoría transtexual, la hipertextualidad. Es toda relación que une un texto “B” posterior (llamado hipertexto): La hojarasca (Gabriel García M.) a un texto anterior “A” (llamado hipotexto): Mientras agonizo (W. Faulkner).

García Márquez establece una analogía sobre los vínculos entre Mientras agonizo y La hojarasca, donde comenta en una de sus entrevistas que “es indudable esta relación” (García Márquez, 2001:299) porque Mientras agonizo fue una de las fuentes de inspiración de su primera novela, y que ante la cantidad de personajes (son quince en total) en la obra de Faulkner, con la finalidad de simplificar la trama y debido a sus propios propósitos narrativos, él los redujo a tres: el abuelo/coronel, la hija/Isabel y el nieto, únicos asistentes al funeral del médico suicida. Cada uno, en representación de cada una de las tres generaciones que abarcaban la historia de La hojarasca.

Finalmente, la architextualidad es otra categoría transtextual que se presenta en los textos narrativos. Es la pertenencia a una clase de textos, poéticos o no poéticos, así como también estéticos o científicos. Es una especie de relación muda y que el lector puede relacionar con cualquier clase de género literario y hasta científico (titulares, ensayos, novelas, poesía o, lo más corriente: infratitulares). De esto se puede decir que García Márquez de manera reconocida es y ha sido un representante del realismo mágico por lo cual se puede inferir que la obra pertenece al género de novela corta y también al movimiento literario antes mencionado.

Como resultado de lo expuesto anteriormente podemos decir que la obra de Gabriel García Márquez sí se presta para elaborar un análisis literario aplicando rasgos de la narratología y transtextualidad; cuando hablo de la narratología me refiero al hecho como tal de que en la obra es efectivo que se presenten las voces que hacen parte de esta disciplina narrativa.

La narrativa les ofrece a los personajes construir su propia historia pero con base en la visión individual de los sucesos que son objeto de narración, y con la que se manifiesta cada personaje. De modo que teniendo en cuenta las categorías transtextuales mencionadas por Genette, con estas sí se puede realizar un análisis que ayude al lector a profundizar y entender el contexto de la obra literaria.

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*María José Vargas Yanes es estudiante de la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana de la Universidad de Córdoba.

Referencias en el texto:

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5 comentarios sobre “«La hojarasca» vista con los lentes de la crítica y la teoría literaria

  1. podemos resaltar cada aspecto y de paso regresar al tiempo y empaparnos de cada detalle al deleitarnos con tan grandiosa obra que nos permite vivir cada instante un momento y viviendo la exelente experiencia al leer cada uno de sus textos.

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  2. Qué análisis tan bueno. Revela una pasión intrínseca que Gabo tenía por el cine, y es que en posproducción de cine también se habla de lo diegético y lo no-diegético. Gabo conocía todo esto, y supongo que eso le ayudó enormemente para construir las tres voces superpuestas sin perderse.
    Me encantó este texto de Maria José.

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