A don Luis Ángel García Bustamante le dicen de cariño “El viejo”. Es un líder comunitario y social en los asentamientos de desplazados La Honda y La Cruz en la comuna 3 de Medellín. Su vida ha sido un trabajo permanente en busca de la paz, la dignidad y el respeto por las comunidades vulnerables. En Diario de Paz Colombia, este maestro del trabajo social y la resistencia cuenta detalles de su vida y de su experiencia de más de cincuenta años trabajando por los territorios. Testimonio.
Mi nombre es Luis Ángel García. Tengo 73 años. Mi tierra natal es San Rafael, Antioquia, pero mis tierras de adopción fueron primero el Urabá antioqueño y luego estas laderas, los barrios La Honda y La Cruz de Medellín, adonde llegué con mi esposa y mis hijos pequeños hace unos veinte años.
Les voy a contar algo de mi vida. Desde muy joven he estado muy metido con las comunidades. Yo tendría 22, 23 años cuando comencé a hacer parte de organizaciones. Había dejado San Rafael para irme al Urabá antioqueño, cuando allá todo eran selvas vírgenes y terrenos baldíos. Llegué con la ambición de crear mi propio futuro. A Urabá yo la quise mucho, allá está todavía parte de mi alma.
Queríamos, y queremos, salir adelante
Yo no sé si ustedes han oído hablar de un Partido Comunista, una Unión Patriótica (UP), organizaciones así… Pues por ahí a los dos años de estar en Urabá me encontré con un amigo. Él me empezó a dar instrucciones sobre lo que era el Partido Comunista. Me gustaron tanto sus ideas que de una vez me enrolé y comencé a formarme en la ideología de este partido, desde ahí veíamos que podíamos empoderar a las comunidades y salir adelante.
En pocos años ascendí a puestos de directivos, allá lo llamábamos células, radios, dirección de zonas. En 1985, cuando se creó la UP, yo ya tenía mucha experiencia en el trabajo de los movimientos de izquierda. Había sido concejal en el municipio de Turbo por cuatro años.
Pero si ustedes leen un poquito de historia de esos años, van a encontrar que en el año de 1993 en el Urabá se estaban dando los asesinatos selectivos. Y en los años 1995 y 1996 se dieron las masacres. Las cosas se pusieron muy críticas para los líderes y personas de la izquierda. A mí me dio muy duro salir de allá, pero tuve que abandonar el Urabá hace ya veinte años.
Los paramilitares bregaron a matarme, me echaron travesías. El ejército también intentó matarme, afortunadamente ese no era el día. También hubo una contrariedad entre EPL y las FARC, y unos del EPL también quisieron matarme. Entonces yo me salvé de cosas. No sé cómo estoy vivo todavía, le doy gracias a Dios. Yo he tenido algunas normas de disciplina dentro de mi trabajo. Yo brego a no tirarme al peligro.
Llegamos aquí huyéndole a la guerra
La primera gente que llegó a estos asentamientos fue de Urabá. Luego vino mucha gente de San Carlos, de Nariño, de Córdoba. Yo llegué a Medellín, a estas laderas, en 1994. Aunque las cosas estaban delicadas, yo no podía dejar mi trabajo social, no podía despegarme de ese compromiso porque eso es lo que soy. Como conocía gente del Partido Comunista y de la UP aquí en Medellín, entonces busqué la forma de seguir conectado con la organización. Y aquí me fui quedando.
Pero de aquí mucha gente también tuvo que irse, porque aquí también llegó el conflicto y nos maltrató la violencia. Entre los años 2002 y 2004 a nosotros nos golpearon mucho aquí, porque en el barrio hubo milicias del movimiento insurgente de las FARC. Ellas nos ayudaron, por una parte, a derrotar lo que había mal en el barrio, ladrones, gente que estaba contra los desplazados.
En el 2003 llegaron los paramilitares y aquí hubo un conflicto pesado, hubo muchos muertos, desterrados, encarcelados, mucho desplazamiento. Afortunadamente yo me quedé, aunque pasé muchos miedos.
Esto es lo que somos
Yo valoro mucho cuando las personas llegan aquí a visitarnos porque vienen a conocer la realidad de lo que es la ciudad. Muchos turistas siempre van y visitan otra Medellín, esa del centro, esa “tacita de plata”, esa ciudad desarrollada, organizada. Pero nunca suben a estas periferias, donde nosotros vivimos. Estas periferias son otros caminos. Mucha gente vive en casitas de tablitas, en plásticos, es una situación real, una que muchos no ven ni quieren ver.
Nosotros en este asentamiento hemos luchado por mucho, por hacer una vida digna, por construir tejido social, porque haya paz. En este sector usted ve la gente muy tranquila, pero aquí hay mucha pobreza, faltan muchas cosas: mejores vías de penetración, alimentación, educación, seguridad. Nos hemos vinculado a muchas organizaciones. Aunque ya no tengo la misma vitalidad de antes ni el mismo protagonismo, todavía me levanto cada día a hacer lo que aprendí a hacer: a luchar en comunidad.

La paz no es solo silenciar un fusil
Bueno, la guerrilla de las FARC firmó un acuerdo con el gobierno, y se desmovilizan, pero ellos han sido sólo un actor. Quedan los otros actores armados.
Aunque dicen que son 53 años de guerra los que ha vivido Colombia, en realidad son muchos más. La guerrilla tiene eso de existencia, y según ese dato se le culpa a la guerrilla de todo lo que ha habido.
Pero en 1948, por ejemplo, la guerra era política, liberal y conservadora. Y no olvidemos que en 1928 sucedió la masacre de las bananeras. Y hoy hay casos tan lamentables… muchos políticos están vinculados a las bandas, tanta corrupción, desigualdad.
Lo que nosotros necesitamos es la paz. La paz como la describía Bernardo Jaramillo, candidato de la UP asesinado, que cuándo será que nos podemos sentar en un parque, tranquilos, a leer una revista, sin estar con la desconfianza de que nos van a asaltar, a robar, a matar. Y desafortunadamente él murió asesinado en un aeropuerto en Bogotá.
¿Qué es la paz?
La paz no es sólo silenciar un fusil. Eso no es la paz, porque hay muchos niños que en la casa no tienen la comidita o cuadernos para ir a la escuela. Las madres sufren porque no tienen como alimentar los niños. La paz es que los viejos tengamos una garantía de vida, que los desplazados no tengamos que estar sufriendo para que nos den una limosna. Eso hace parte de la paz. Que todos los niños disfruten de la vida, se vean crecer, se vean ejercer las funciones que cada quien tiene, pero con tranquilidad. Que podamos disfrutar el medio ambiente. No es que silenciaron el fusil y ya hubo paz.

Yo pienso que el Estado tiene que resolver todas esas cosas: que haya empleo, que las madres no tengan que sacrificarse tantísimo como lo hacen para poder levantar a sus hijos. Que nadie pase hambre. Que haya respeto y ayuda real a los que más lo necesitan.
Eso mismo era lo que yo buscaba cuando comencé a militar con el Partido Comunista. Yo soñaba eso. Y cuando eso era más posible hacer, moverse, lograr cosa. Pero siempre el pensamiento fue y ha sido la paz.
En el año 2014, después de 17 años de haber salido desplazado del Urabá, don Luis Ángel García volvió a visitar. El recorrido fue documentado por el colectivo de memoria histórica Raíces. Acompaña a don Luis Ángel en este retorno: «Caminos que NO olvido: un diálogo generacional para la memoria histórica».
Para conocer más sobre la historia y trabajo comunitario en los barrios de asentamiento La Honda y La Cruz, visita:
Barrio la Honda Comuna 3 Medellín
Territorio, identidad y ciudadanía en los barrios La Honda y La Cruz
Fotos: Koleia Bungard y Manoel Pérez