10 cuentos colombianos sobre La Violencia (con mayúscula)


Entre 1948 y 1958, nuestro país vivió un periodo denominado La Violencia, con mayúsucula. Aparte de los estudios históricos y sociales que han abordado los sucesos que dieron origen a esta época y han detallado la realidad de entonces, el arte –y en particular la literatura– han retratado también las atrocidades cometidas durante aquellos años. ¿Has leído alguno de los siguientes diez cuentos? ¿Recomiendas otros que aborden este periodo? Aprendamos juntos, ¡déjanos tus recomendados en los comentarios!

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Por Juan Hernández Gutiérrez* [Alemania]

La Violencia política de mediados del siglo XX fue un parteaguas en la historia colombiana. Esta guerra fratricida arrasó con pueblos, destruyó familias, polarizó la sociedad y gestó las violencias que padecemos hoy día. La Violencia, con mayúscula –esa guerra civil no declarada, esa sumatoria de violencias en minúscula, como la define Antonio Caballero en su libro Historia de Colombia y sus oligarquías (2014)–, marca un antes y un después en nuestra sociedad.  

Esta Violencia ocurrida entre 1948 y 1958 no solo ha sido objeto de estudio en las universidades, tema de debate e indagación en los medios de comunicación, o tópico de controversia en reuniones familiares y de amigos; también es una de las obsesiones más longevas en el arte nacional: en la pintura, el cine, la música y, por supuesto, en la literatura. 

Cuando hablamos de La Violencia (recuerden, siempre con mayúscula) en la literatura colombiana, hablamos sobre todo de novelas, desde aquellas tempranas de corte más testimonial como el 9 de abril (1951) de Pedro Gómez, hasta aquellas donde se narra el impacto de esa violencia en las vidas de sus personajes, como Cóndores no entierran todos los días (1972), de Gustavo Álvarez Gardeazabal, y Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón (1975), de Albalucía Ángel. Sin embargo, muy poco sabemos (o mejor, leemos) de otros géneros narrativos como, por ejemplo, el cuento. 

A pesar de esa «novelitis aguda» que padecemos lectores, académicos y críticos literarios, varios de los pesos pesados de nuestra literatura han retratado La Violencia en sus cuentos. Aquí compartimos una selección de diez relatos sobre La Violencia partidista de mitad de siglo XX en Colombia. 


1. Jorge Zalamea, “La metamorfosis de su Excelencia” (1949)

La obra de este escritor, diplomático y promotor cultural nacido en Bogotá en 1905 está más enfocada en la poesía que en la prosa. A pesar de ello, escribió el relato “La metamorfosis de su Excelencia” en 1949, una sátira política contra aquellos gobernantes conservadores que promovieron la Violencia desde la plaza pública y la prensa.

La trama se centra en un tirano llamado su Excelencia que, de buenas a primeras, percibe un olor fétido a su alrededor. A medida que el olor se hace más intenso, el tirano empieza a distanciarse de su mundo exterior. La hecatombe del político todopoderoso llega a su clímax al final del relato cuando descubre de dónde proviene aquella hediondez.

Este relato puede ser el primero escrito en el país sobre la Violencia y uno de los hitos de nuestra cuentística durante la primera mitad del siglo XX, junto con los relatos de Efe Gómez y Félix Fuenmayor.  


2. Hernando Téllez, “Espuma y nada más” (1950)

Este escritor bogotano –más conocido por sus ensayos y obra periodística– publicó en 1950 su único libro de cuentos: Cenizas para el viento y otros relatos, uno de los puntos más altos en la cuentística nacional. En los catorce cuentos que componen este libro, Téllez representa la Violencia bipartidista desde el impacto que ésta tiene en el mundo interior de sus personajes.

En “Espuma y nada más” todo ocurre en la barbería de un pueblo. El barbero, un informante de los liberales, recibe al Capitán Torres con su barba de cuatro días, el mismo tiempo que pasó en el monte cazando a los camaradas del barbero. La trama gira alrededor de los pensamientos, sentimientos y la decisión final que debe tomar el barbero al tener que afeitar al verdugo de sus compañeros; el conflicto es interno, entre ser un héroe o un asesino; entre ser un revolucionario o el barbero del pueblo.

«Espuma y nada más» es un cuento majestuoso, de lejos, mi cuento favorito sobre La Violencia. Otro recomendado de este libro es “Sangre en los jazmines” donde se cuenta la historia de una madre que hace todo lo posible por salvar la vida de su hijo perseguido por los policías conservadores. 


3. Elisa Mujica, “El círculo” (1953)

Esta escritora santandereana, conocida por sus novelas Catalina (1949) y Bogotá de las nubes (1984), también fue una gran escritora de cuentos. A lo largo de su carrera publicó tres libros de relatos dentro de los que se destaca Ángela y el Diablo, su primer libro, publicado en 1953. En este libro conformado por catorce cuentos sobresale “El círculo”, en el cual se aborda el tema de La Violencia desde lo policiaco, lo negro.

La trama gira alrededor del último diálogo entre el Inspector Juan Lobo –un chulavita apoyado por los hacendados del pueblo–, y el campesino Moisés, un pobre minifundista que por error delata a su compadre por tener dinamita en su feudo. Esta confesión en forma de diálogo está llena de ingenuidad e intereses ocultos que llevan al lector a ese final nefasto con que Mujica cierra el cuento.

Este relato es una metáfora del estado permanente de miedo en que muchos pueblos se sumergieron durante los años de La Violencia. Otro cuento recomendado del mismo libro es “Diez de abril” donde nos cuenta lo ocurrido en Bogotá tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. Este libro también es otra de las lecturas obligadas de la cuentística nacional.


4. Manuel Zapata Olivella, “El desertor” (1961) 

Este grande de nuestra literatura, nacido en Lorica, Córdoba en 1920, no solo destaca por ser un mecenas de las letras nacionales y por ser el padre del realismo mítico afroamericano, sino por su escritura comprometida con los problemas nacionales.

Cuentos de muerte y libertad (1961) es una de sus obras donde denuncia las atrocidades cometidas durante la época de La Violencia. “El desertor” es uno de los diez relatos que integran este primer libro de cuentos. Zapata Olivella teje la trama de este relato alrededor de varios hechos concretos de la Violencia en las zonas rurales: el pueblo arrasado por las fuerzas del Estado, los asesinatos selectivos, la resistencia armada campesina en el monte, la deserción de soldados de un bando a otro, pero, sobre todo, la violencia sexual contra las mujeres.

A pesar de que en este relato es más importante la descripción de las crueldades cometidas que la construcción de los personajes, vale la pena leer esta obra que da cuenta de la destrucción del tejido social producida por la violencia a mitad de siglo XX. 


5. Gabriel García Márquez, “Un día de estos” (1962)

Nuestro único Nobel de literatura no se quedó atrás en retratar la Violencia en una de sus narraciones cortas. “Un día de estos” hace parte de su primer libro de cuentos llamado Los Funerales de la Mama Grande (1962).

Esta pequeña obra maestra (al igual que el relato de Hernando Téllez) narra la violencia partidista desde la intimidad; es una representación magnífica de cómo la política afecta la vida diaria en los pueblos. El dentista liberal Aurelio Escobar debe atender al alcalde del pueblo conservador en su consultorio; en aquel espacio cotidiano ambos enemigos políticos se enfrentan con las habilidades de uno y el sufrimiento del otro.

En este relato escrito con un diálogo lleno de humor e ironía se narra la venganza de los muertos políticos de un bando cobrada con el dolor de la autoridad opresora al extirparle una muela podrida sin anestesia. Este es uno de los mejores cuentos que he leído en mi vida. 


6. Gonzalo Arango, “Batallón Antitanque” (1963)

Este antioqueno nacido en 1931, arquitecto del movimiento nadaísta, dentro de su obra cargada de ironía y rebeldía, nos regaló unos cuentos estupendos.

En su libro Sexo y saxofón (1963) aparece uno de los grandes monumentos de la palabra escrita sobre el tema de la Violencia: “Batallón Antitanque”. Este relato es otra de las historias intimistas en donde el conflicto ocurre en la mente y el corazón del protagonista, el soldado Montaña.

Arango escribe desde la perspectiva de la tropa, de los ejércitos, de esos hombres forzados a empuñar las armas contra sus hermanos en los Llanos Orientales durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla. El cuento nos muestra los seis momentos definitivos en la vida del soldado: desde su reclutamiento hasta ese primer combate en el monte que cambia su vida. El conflicto del soldado se da entre sus simpatías intelectuales con un bando y la hermandad que siente por el otro. Al final del relato, ese conflicto se resuelve por el instinto de supervivencia. 


7. Arturo Alape, “Las muertes de Tirofijo” (1972)

El prolífico escritor, guionista y pintor caleño nacido en 1938 publicó su segundo libro de cuentos Las muertes de Tirofijo en 1972. En el cuento que lleva el mismo nombre del libro reconstruye el mito y la leyenda del rebelde, de ese héroe que defiende a las comunidades desplazadas durante la Violencia, encarnado por alias «Tirofijo».

La trama gira en torno al diálogo de dos compadres campesinos y vecinos que viven en una zona de influencia guerrillera; ambos comentan las noticias que llegan a sus tierras sobre las muertes de Don Manuel a manos del ejército y los chulos. El clímax de la historia llega cuando los compadres comentan la última de esas muertes, la más difundida en la radio con alocución presidencial incluida, muerte que queda aclarada en el desenlace de la historia con la llegada del hijo de uno de ellos, un joven guerrillero que llega a su casa en compañía del héroe rebelde, de la leyenda indestructible e invencible de Don Manuel.

Alape es el primer escritor en retratar en su prosa el mundo y los personajes de la guerrilla. Alape es uno de esos escritores que merece la pena desempolvar de los estantes olvidados de nuestra literatura.  


8. Plinio Apuleyo Mendoza, “El día que enterramos las armas” (1974)

Este periodista, publicista y diplomático boyacense nacido en 1932 también dedicó algunas páginas literarias al tema de Violencia. En su único libro de cuentos El desertor aparece “El día que dejamos las armas”, una narración corta que aborda el tema del rebelde liberal de los Llanos Orientales después de entregar las armas.

Emilio Santos, el personaje principal y narrador, recuerda desde el futuro, desde su vejez, aquel día en que su grupo de hombres ubicados en la frontera venezolana fue el último en entregar las armas voluntariamente. A partir de allí, el relato esta construido a partir de los recuerdos de la vida que ha tenido desde sus años de lucha, las vicisitudes de otros rebeldes como Guadalupe Salcedo, pasando por el día en que él mismo enterró las armas a orillas del río Meta debajo de un higuerón, sus aventuras sin fusil que lo llevaron a Guyana en busca de diamantes hasta su presente como vendedor de licor en un pueblo de Venezuela.

Al final del relato sentimos esa nostalgia de un anciano por su presente y esa añoranza por los años revolucionarios que ya no volverán y que otros jóvenes tomarán. Otro de los relatos clásicos de la Violencia desde la perspectiva del desmovilizado.  


9. Germán Santamaría, “Tu sangre, muchacho, tu sangre” (1978) 

El escritor, guionista y periodista oriundo de Tolima y nacido en 1950 también abordó el tema de la Violencia en su tercer libro de relatos Morir último (1978). Su relato “Tu sangre, muchacho, tu sangre” lo podemos ubicar en uno de los combates en los Llanos Orientales ocurridos durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.

El personaje narrador es el cabo Ernesto, un soldado que se desvía de su patrulla al ver los rastros de sangre de algún guerrillero que escapa herido. La trama gira entorno a esa persecución en combate que hace el cabo al seguirle el rastro de sangre al guerrillero que le garantizará su ascenso a cabo segundo por trochas, quebradas, cañaverales, pantanos y arrozales hasta que en el clímax del relato ambos se encuentran.

Al final el cabo queda sorprendido al darse cuenta quien era el muchacho al que venía persiguiendo. Un buen relato escrito desde un punto de vista muy creativo a pesar de su larga extensión. 


10. Gustavo Álvarez Gardeazabal, “Templanza Laspriella” (1978)

Nacido en Tuluá en 1945, este escritor tiene el mérito de haber escrito Cóndores no entierran todos los días (1975), la mejor novela sobre la Violencia desde la perspectiva del chulavita León María Lozano, sino también uno de los mejores libros de cuentos sobre el tema: Cuentos del Parque Boyacá (1978).

En su único libro de narrativa corta logra recrear el horror sembrado por la Violencia partidista en el Valle del Cauca en sus diez cuentos. Uno de ellos es “Templanza Laspriella”, un relato intenso sobre el trauma de los sobrevivientes. El relato nos cuenta la vida de Templanza, una niña huérfana por la Violencia y que, a pesar de recibir todo el amor de sus padres adoptivos, se volvía más agresiva y violenta con el pasar del tiempo. Su madre adoptiva nos hace un recuento de la vida de su hija desde que la adoptan hasta aquel fatal día en que es víctima de los ataques de rabia de su hijastra.

Un final desgarrador que solo entendemos cuando vemos la magnitud del trauma que Templanza lleva en sus entrañas. Otro cuento que sobresale es “Anna Joaquina Torrentes”, en donde se relatan con pelos y señales las bestialidades que cometen los bandoleros liberales al entrar al pueblo de Ceilán. Su final es brutal pues dibuja en una sola frase el impacto que tuvo la Violencia en el mundo rural.  

Y ustedes:
¿qué cuentos de esta lista han leído?
¿Qué otros cuentos conocen?
Nos leemos en los comentarios.  

*Juan Hernández Gutiérrez es politólogo colombiano y reside en Alemania. Disfruta de la lectura, en especial si es latinoamericana. Dice que también le gusta escribir, en particular historias enfocadas “los ofendidos y humillados en las periferias de este nuevo mundo feliz globalizado”. Es miembro del Club de Lectura desde noviembre de 2020.

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Politólogo de profesión y aficionado a las letras. Amante de la literatura, en especial si se trata de escritorxs latinoamericanxs. Disfruta de la escritura, sobre todo de relatos sobre lxs ofendidxs y humilladxs en las periferias de este nuevo mundo feliz y globalizado.

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