“La perra”: una reflexión íntima sobre el ser mujer


En este texto, Ángela Torres –estudiante de Licenciatura en Español e Inglés de la Universidad Pedagógica Nacional– se pregunta algo que de entrada podría parecer básico: ¿qué es una perra? En su reflexión se detiene en la sexta acepción del Diccionario de la Lengua Española. Un contenido que surge del Club de Lectura Virtual.

Por Ángela Carolina Torres Cárdenas* [Bogotá]

Damaris es una perra. Chirli también. Cada una lo es a su manera: la primera, domesticada por ella misma (como lo planteaba Pilar Quintana en el encuentro del 23 de junio con el Club de Lectura) y, la segunda, indomesticable a pesar del amor materno con el que fue acogida. En ese sentido, La perra es una novela que nos muestra la otra cara de la vida perra con la que Damaris y Chirli (y en general las hembras) tienen (hemos tenido) que lidiar.

En primer lugar, La perra nos presenta el conflicto de una mujer en el Pacífico colombiano, puntualmente, en un pueblo con “una calle larga de arena apretada con casas a lado y lado. [Un pueblo donde] todas las casas estaban destartaladas y se elevaban del suelo sobre estacas de madera, con paredes de tabla y techos negros de moho”.

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Calle de Juanchaco, Pacífico colombiano

Allí se relata la historia de Damaris, una mujer negra y pobre que no pudo tener hijos. Una mujer solitaria –a pesar de vivir con su esposo–, y señalada tácitamente, por un lado, porque a sus cuarenta años su vientre no fue capaz de florecer, y, por otro, porque cuando era niña “permitió” el ahogamiento de su vecinito en el acantilado:

Se puso a pensar en los Reyes, que en algún momento tendrían que regresar, que ojalá lo hicieran en un día como este y encontraran la casa grande en medio de la jornada de limpieza y a ella sudorosa y mugrienta, en su licra corta y su blusa de tiras de trabajo, para que se dieran cuenta de que era una buena trabajadora aun cuando no le pagaban ni un peso, una buena persona”.

Ella era una perra fiel que a pesar de la torpeza y del descuido con Nicolasito siempre estaba ahí, esperando por ellos, por los dueños de la casa, sin batir la cola pero con el alma pura y una sonrisa dispuestas a recibirlos desinteresadamente.

En segundo lugar, tenemos a Chirli, la cría de una perra que muere envenenada y que Damaris decide adoptar. La perra resulta más privilegiada que la misma Damaris, que creció sin la figura de su madre y su padre:

Durante el día Damaris llevaba a la perra metida en el brasier, entre sus tetas blandas y generosas, para mantenerla calientica. Por las noches la dejaba en la caja de cartón que le había regalado don Jaime, con una botella de agua caliente y la camiseta que había usado ese día para que no extrañara su olor”.

Damaris descarga todo su amor y cuidados maternales reprimidos sobre Chirli. De hecho, no es gratuito que la perra se llame así, ya que Chirli, como la reina de belleza de 1977 que Damaris admiraba, era el nombre que ella tenía guardado para la hija que nunca tuvo.

La perra crece, se escapa una, dos, tres e incontables veces, de manera que Damaris deja de prestarle atención hasta el punto en el que Rogelio, el esposo de Damaris, empieza a cuidarla. Pero Chirli sigue yendo a la selva y volviendo a la cabaña con las patas embarradas y el cuerpo mojado, haciendo lo que se le da la gana: como «toda una perra».

La perra_una reflexion intima sobre el ser mujer
En el encuentro del Club de Lectura con Pilar Quintana, el 23 de junio de 2020, la autora contó que esta perra negra, que fue suya, se perdió durante 17 días en la selva. Es uno de los animales que inspiró esta historia.

En esta parte podríamos preguntarnos: ¿qué es una perra? La sexta acepción que el Diccionario de la Lengua Española tiene para la palabra perro, rra es prostituta. Ser prostituta no es un insulto, es un trabajo. Sin embargo, me atrevo a decir que el femenino del sustantivo perro es más conocido como insulto, que como la denominación de un trabajo o de un animal fiel y leal a su dueño.

Con esto me cuestiono: ¿en qué momento las mujeres nos convertimos en perras? ¿Realmente el calificativo perra es el que pretende denigrar a una mujer por su sexualidad libertina?

Con esto en mente, me atrevo a decir también que perra es la que sigue con su esposo a pesar del maltrato. Perra es la que aguanta las humillaciones de un hombre por amor a sus hijos o por miedo a la soledad. Perra es la que trabaja sin recibir dinero a cambio para expiar las culpas o para ser aceptada socialmente. Perra es la que se resigna.

Pero perra también es la que se atreve a morder la mano de su amo. Perra es la que niega su maternidad intrínseca y abandona a sus hijos, se los come (o decide no tenerlos). Las perras también son traicioneras, se escapan, bajan al pueblo, cruzan el mar nadando aunque no les guste el agua, vuelven, comen de las sobras y se internan en la selva. Las perras se bañan de vez en cuando. Las perras son tan capaces de amar como de matar. Yo fui perra y sigo siendo perra sin saber, aún, si quiero serlo. Nadie me lo ha preguntado. Parece que, desde la orilla que se le mire, perra es sinónimo de mujer.

Pilar Quintana es una escritora visceral. Con su novela me sentí encerrada dentro de un huevito que tiene su nido en un árbol a punto de ser derrumbado. Cada episodio, cada hachazo en la novela era como estar cada vez más cerca de caer. Y caí, el huevo se quebró y aquí estoy tratando de levantar mi vuelo.

Desde que comienza la historia el vacío es latente y tan pesado como el cielo plomizo del acantilado. Las violencias que aparecen allí retratadas sacuden el cuerpo y los pensamientos. En este texto quise acercarme a una de las violencias que más me trastocó y que, a su vez, me ha generado una pregunta paradójica: ¿qué es ser mujer? Todavía no puedo definirlo. Estoy ocupada aprendiendo y al mismo tiempo desaprendiendo a serlo.

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*Ángela Torres Cárdenas nació en Bogotá, en 1996. Estudia sexto semestre de Licenciatura en Español e Inglés, en la Universidad Pedagógica Nacional. Entre sus pasatiempos están leer, escribir, tejer y montar bicicleta.

De la misma autora, lee también: De La pájara pinta y una lectura caleidoscópica:

estaba la pajara pinta lectura caleidoscopica angela torres

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