Por los ojos de Andrés Puerta Molina han pasado cientos y quizá miles de crónicas. Es un lector inquieto y dedicado. Durante sus años como estudiante de comunicación social-periodismo en la Universidad de Antioquia se interesó en el periodismo narrativo en Latinoamérica, tema que ha abordado en una maestría en literatura colombiana y en un doctorado en Lenguajes y Manifestaciones Artísticas y Literarias.
El sello editorial de la Universidad de Medellín publicó su segundo libro La mirada del cronista. El método de Alberto Salcedo Ramos. Además de brindar un análisis a la obra del, según Andrés, mejor cronista que tiene Colombia, en este libro se revelan algunas facetas de quien además es, a juicio del investigador, un gran ser humano.
En esta entrevista Andrés Puerta habla, por supuesto, de Alberto Salcedo Ramos, pero además de la vitalidad de la crónica como género periodístico y de la necesidad de seguir escribiendo crónicas en este momento de Colombia, como una manera de darle la voz a personas que no la han tenido y merecen ser escuchadas.
Los invitamos a leer las tres partes de esta entrevista:
- I. El libro y el personaje central
- II. La crónica en Latinoamérica
- III. Escribir crónicas en la Colombia de hoy.
Lee también el primer capítulo del libro La mirada del cronista. El método de Alberto Salcedo Ramos.
I. El libro y el personaje central
—Andrés, ¿cómo nació tu libro La mirada del cronista. El método de Alberto Salcedo Ramos?
—Ese libro es parte de mi tesis doctoral, uno de los capítulos en los que hice un análisis del panorama de la crónica latinoamericana actual y del trabajo del mejor cronista que tiene Colombia, en mi concepto. Se trata de mirar cuáles son los procedimientos narrativos que utiliza, cuál es su método de trabajo y cuáles son los temas recurrentes en su obra. Aparte de la lectura interpretativa que se hace de las distintas crónicas, también va acompañado de unas entrevistas que le hice al autor. Después de terminar mi tesis doctoral, empecé a editar ese capítulo y a tratar de convertirlo al formato libro. De ahí nace esta publicación.
—¿Cómo le presentarías tú al cronista Alberto Salcedo Ramos a quienes aún no lo conocen?
—Alberto Salcedo es un cronista bastante diverso que trabaja un gran número de temas. Inicialmente eran los temas que más le interesaban, como por ejemplo los músicos u otro tipo de personajes, entre los que estaban los perdedores. Creo que hay una gran influencia ahí del periodista norteamericano Gay Talese, quien también se interesa por los personajes que normalmente no estarían en la primera página de un periódico. Y después, gracias al trabajo que Alberto Salcedo empezó a hacer en revistas como SoHo, los editores comenzaron a asignarle una serie de temas que tienen que ver con el conflicto armado colombiano.
Entonces es un autor muy diverso y me parece que es el que mejor ha sabido retratar lo que está sucediendo en Colombia en los últimos años. Por ejemplo, yo me concentro en el análisis del libro La eterna parranda (2011), que tiene crónicas desde 1997 hasta el 2011. Allí hay un retrato, una muy buena mirada de lo que es Colombia, no solamente del tema del conflicto armado, sino de una serie de personajes que únicamente podrían surgir en una sociedad como la colombiana.
—¿Qué valoras del método de Salcedo Ramos?
—Lo primero que valoro es su disciplina, su afán porque sus textos se publiquen lo mejor posible. Eso lo pude concluir después de hablar con varios editores que han trabajado con Alberto. Todos coinciden en que trabajar con él es muy productivo porque es un autor que se preocupa por entregar el texto lo más limpio posible.
También es un escritor muy disciplinado. Eso lo pude constatar cuando visité el estudio en el que trabaja y me mostró en el computador las carpetas con los proyectos, la manera en la que va estructurando sus textos desde el principio; cómo, por ejemplo, le gusta transcribir completamente él mismo las entrevistas. Cómo se apoya en las fotografías que toma durante la reportería para tener mayor claridad en el tema. Creo que el ser tan metódico y tan disciplinado es algo que yo destacaría profundamente del trabajo de Salcedo Ramos.
—¿Cómo fue la relación con Salcedo durante la investigación?
—La relación con Alberto siempre ha sido muy cordial. Yo lo conocía desde antes y es una persona muy generosa, cálida, y siempre estuvo muy dispuesto a contribuir con el tema de investigación. Creo que aparte de ser el mejor cronista de Colombia, es una de las mejores personas que yo conozco, entonces se me hizo fácil en ese sentido trabajar con él. Es tan generoso que yo le presenté un extenso cuestionario de preguntas y las fue contestando por partes, cada que tenía tiempo se dedicaba a responder algunas. Que un cronista tan reconocido, un hombre tan ocupado, dedique tanto tiempo a un proyecto que en ese momento era incierto como este, merece todo el reconocimiento.
II. La crónica en Latinoamérica
—Para los lectores que no saben la diferencia entre una crónica y una noticia, ¿podrías aclarar qué distingue a un género del otro?
—Una noticia es un relato frío, impersonal, que mantiene una distancia, que se concentra en unos hechos específicos y en el que no hay una apuesta literaria; todo lo contrario a la crónica, que sí tiene ese compromiso. La crónica es un género muy complejo porque debe tener, por un lado, un compromiso con la información (no se puede eludir el componente informativo porque entonces no podríamos estar hablando de crónica), pero además tiene un compromiso con la forma, con el componente estético, que es lo que hace que la crónica sea una forma de literatura. Y la crónica latinoamericana tiene otro componente adicional que la hace mucho más difícil, y es que tiene que ser entretenida, no puede aburrir.
—¿Cuál crees que es la importancia y trascendencia de la crónica periodística?
—A mí me parece que la crónica es una forma de memoria. Yo tengo otro libro que se llama El periodismo narrativo: la mejor manera de dejar huella de una ciudad en una época, y de lo que se encarga ese libro es de mirar cómo a través de la historia la crónica ha servido para dejar un testimonio de cada una de las sociedades en las que ha estado presente. Y eso ha sido en todas, desde su conformación misma. Por eso me interesa tanto la crónica como una forma de memoria, de testimoniar lo que va sucediendo en una sociedad.
—Tú te has dedicado a estudiar en profundidad la crónica en Latinoamérica y en particular en Colombia. ¿Qué puedes decirnos del género en el contexto nacional y regional? ¿Qué tan viva está la crónica?
—Colombia es un país que ha tenido una tradición de cronistas bastante amplia, desde lo que escribieron los cronistas de Indias en este territorio, pasando por El Carnero, de Juan Rodríguez Freile.
Después hubo una época dorada que estudia Maryluz Vallejo en su libro La crónica en Colombia. Medio Siglo de Oro. Por ejemplo, en la costa Atlántica estaban Álvaro Cepeda Samudio y Gabriel García Márquez. En Bogotá había periodistas como José Joaquín Jiménez y José Antonio Osorio Lizarazo. En Medellín había gente como Tomás Carrasquilla o como Luis Tejada.
En la actualidad también hay una serie de cronistas que retratan la sociedad, pero hubo un momento en el que de pronto Salcedo estaba muy solo en ese panorama. En los últimos años creo que hay una serie de cronistas que me parece que están contando muy bien estas realidades. Creo que una buena muestra de esa es que el Premio Nuevas Plumas, que trata de encontrar nuevos talentos del periodismo narrativo en América Latina, escogió hace poco quince finalistas y, de esos quince, cinco son colombianos. Por eso me parece importante retratar este trabajo que están haciendo los cronistas.
Y en términos latinoamericanos, en mucho lado uno oye que hay un boom en la crónica latinoamericana, pero uno ve que muy pocos cronistas pueden vivir de su oficio, que muchas revistas han entrado en procesos de crisis muy profundas. Así que este premio muestra también la vitalidad que tiene el género en este momento en el continente, desde México hasta La Patagonia. Este año, por ejemplo, participaron más de cuatrocientos trabajos de quince países.
—Es posible quedarse en la visión clásica de la crónica escrita. ¿Qué tal es hacer crónica en los medios digitales?
—Las crónicas no solamente tienen que ser escritas. La multimedia lo que hace es enriquecer el tipo de relato, la forma en que contamos historias e incluso llegar a poblaciones que no están tan conectadas con el tema escrito. El que haya videos, fotografías, audios, permite llegar a otras audiencias. En todo caso, la estructura para contar una historia sigue siendo la misma.
III. Escribir crónicas en Colombia hoy

—Siempre oímos que los periódicos y las revistas están en crisis, que no hay lectores, que no se puede hacer, por ejemplo, periodismo independiente o periodismo narrativo. ¿Por qué seguir haciendo crónicas en Colombia?
—Colombia está pasando por un momento definitivo en su historia. Es la oportunidad de superar, por lo menos en parte el tema del conflicto armado. La crónica como una forma de memoria, cobra una importancia mucho más grande en este momento. Nos va a permitir conocer algunos errores que se han cometido, además de historias de las que no se tiene conocimiento. La crónica también toma una posición política: se puede poner del lado de las víctimas y ayudar a dar a conocer sus historias.
Me parece que la crónica es el género que permite mirar con mayor profundidad la información que se está produciendo en este momento sobre Colombia, o que debería producirse sobre las regiones, las víctimas. La crónica permite encontrar estas temáticas y tratar a personas que no han tenido voz y que merecen ser escuchadas. Y hacer estudios de cronistas como Salcedo Ramos nos ayuda a mirar una manera de acercarse de forma respetuosa a las víctimas del conflicto armado, y después contar historias. Aunque sean profundamente trágicas y dolorosas, se cuentan con un profundo respeto.
—¿Qué crónicas de Salcedo recomiendas a los lectores que no lo conocen?
—El libro que más le gusta a Salcedo Ramos entre los que ha escrito, se llama El oro y la oscuridad. Lo hizo acerca del héroe de su infancia, Antonio Cervantes Kid Pambelé, y a mí personalmente el perfil que más me gusta de los que ha escrito él es El testimonio del viejo Mile, la historia de Emiliano Zuleta Baquero, el compositor de La gota fría, un personaje encantador con el que es imposible no reírse. También podría recomendar un par de crónicas. Una que es “Colombia, un país de mutilados”, y otra que es una historia personal, una anécdota que le sucedió cuando era niño, se llama “La niña más odiosa del mundo”.
—¿Qué pueden aprender los nuevos cronistas de Alberto Salcedo Ramos?
—Todo, desde el método de trabajo, empezando por la disciplina, por esa pelea continua con las palabras, hasta su forma de ser. Es un autor que combina –y es una combinación creo que muy difícil de conseguir– un talento extraordinario con una personalidad muy cálida, muy afectuosa. Es una persona muy generosa con el conocimiento. Durante esta investigación, yo tuve que hablar mucho con él y siempre estuvo disponible. Le mandaba incluso las preguntas por correo electrónico y él no tenía problema en contestármelas. Entonces creo que son admirables estos dos asuntos: su condición de gran cronista y su valor como excelente ser humano.
- El libro La mirada del cronista. El método de Alberto Salcedo Ramos fue publicado en noviembre de 2017 por el sello editorial de la Universidad de Medellín, Colombia. Puedes adquirirlo a través de este enlace.
- Te invitamos a leer el primer capítulo de este libro: El cronista. Reproducido con autorización del autor.
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- Fotos: Cortesía Andrés Puerta Molina. En portada: Alberto y Andrés en Mar del Plata, Argentina.
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