Antonio ‘Toño’ García es el gaitero mayor de Los Gaiteros de San Jacinto. El 16 de enero el maestro cumple 90 años. Su vida ha sido una entrega constante a la tradición y enseñanza de la música de gaitas y tambores en Colombia. En el siguiente escrito, Diego A. Torres, uno de sus aprendices, resalta con cariño la obra y el legado de su maestro. Este es el homenaje a un colombiano que, a través de la música, ha logrado tocar el corazón de nuevas generaciones de gaiteros-tamboleros y contribuir, desde su pasión y sabiduría, a la construcción de paz en su región y en el país. Este artículo hace parte del especial Música de gaitas para la paz en Colombia.
Por Diego A. Torres*
Mi maestro Miguel Antonio García Caro es conocido en el universo gaitero-tambolero de Colombia como el gran maestro de maestros Toño García. Toñito, como le decimos de cariño, nació el 16 de enero de 1930 en una vereda-palenque llamada Las Mercedes, ubicada en las faldas del Cerro de Maco, en cercanías del municipio de San Jacinto, al sur de Cartagena, en el Bolívar Grande, como antes se les llamaba a los hoy departamentos colombianos de Bolívar, Sucre y Córdoba.
En aquellos tiempos, cuando “el mundo todavía estaba oscuro y las puertas se dejaba abiertas en la noche”, Toñito era un niño que perseguía sin descanso a los maestros de entonces en sus correrías por las ruedas de cumbia. Allá iba Toñito siempre detrás del gaitero mayor, Manuel ‘Mañe’ de Jesús del Águila Mendoza, y de sus macheros, Manuel ‘Mañe’ Serpa y Reducindo ‘Chindo’ Mariota.
En aquellos encuentros de afrodescendientes, amerindios y mestizos, el baile, la música y los ritmos ancestrales servían para alegrar a los vivos, pero también para llorar a los muertos. Para los días de juventud de Toño, estos encuentros multiculturales habían resistido más de cuatro siglos y habían dado origen a distintos géneros musicales, entre ellos la cumbia.
Lo que en principio seducía al joven Toño no eran el ron ni el tabaco ni el baile ni la compañía de los amigos y amigas, como a la mayoría de habitantes de la costa colombiana, cuando la gaita, el tambor y el canto, eran una cultura masiva. Aquello que embelesaba al maestro –hasta el punto de llevarlo a aguantar días y días de fiesta probando apenas bocado o trago–, era la música que interpretaba Mañe, siempre un invitado de honor a tales encuentros.
Toño García quería aprenderse los ‘sones’, las canciones que tanto alegraban a las personas en la rueda, aunque Mañe Mendoza siempre se negara a enseñárselos a él o a otros.
En pocos años, a fuerza de persistir, Toño García se convirtió en el heredero de la música e historias de Mañe Mendoza y de la gaita colombiana. El primer peldaño de su carrera lo escaló cuando tuvo su primer par de gaitas, hechas por ‘Chindo’ Mariota, el último gaitero-juglar que viajó por los pueblos de la costa Caribe colombiana cantando historias y noticias con sus gaitas.
Con ese par de gaitas, Toño tocó su primera canción, Rosita, un standard del repertorio de Cumbia, hoy conocida como Prende la vela. Fue una de las tantas canciones que aprendió de oído y que fue un punto de partida para seguir componiendo e interpretando canciones de gaita. Aquí se puede escuchar:
Huir de la violencia y caminar el mundo
Muy joven, el maestro Toño se casó con su amada Candelaria, con quien tuvo cuatro hijos. Él tenía 19 años cuando, con ella, decidió salir de los Montes de María a “caminar el mundo”.
Pero su curiosidad por viajar no fue la única razón para tomar esta difícil decisión. El período colombiano conocido como «La Violencia» poco a poco iba haciéndose presente en su tierra y estaba acabando con la esperanza de clases oprimidas por siglos en el país: campesinos, obreros, mestizos y afrodescendientes. Todo cambió para el maestro a partir del día en que murió uno de sus héroes: el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, asesinado en Bogotá el 19 de abril de 1948.
Es tan profundo el recuerdo de mi maestro Toño y de su esperanza de un cambio político y social en Colombia que, tal y como los liberales de pura cepa en aquellos tiempos, él todavía guarda en su billetera la foto del caudillo liberal, ‘El Indio’ Gaitán, con una cinta roja, el color que identificaba a los liberales.
Como les sucedió a muchos de nuestros abuelos, campesinos nobles y tranquilos a mediados del siglo XX, la familia García se vio obligada a emigrar buscando mejores oportunidades de trabajo y educación para sus hijos. Durante estos años, Toño García y su familia recorrieron los campos costeños, andinos y orientales de Colombia y Venezuela, trabajando en fincas de ganado y cultivos. Los hombres se dedicaban a las faenas del campo y las mujeres permanecían en las casas cuidando de la familia y atendiendo a los trabajadores.
Debido a la nobleza de su espíritu, combinada con su portentosa figura física, el maestro Toño siempre fue bien recibido en las tierras donde habitó. Inteligente como pocos, sabio, ordenado y respetuoso de todos los seres vivos, el maestro habría seguido recorriendo los campos. Pero sucedió que su misma tradición de gaitas y tambores lo devolvió a su «San Jacinto Querido», después de casi 30 años de ausencia en los que estuvo, según cuenta, labrando la tierra, componiendo poesías y esperando el anhelado regreso.
Volver por la puerta grande
Hacia el año 1985, el regreso del maestro Toño a los Montes de María y a la música de gaitas vino acompañado de la tristeza por la muerte de Mañe Mendoza. Pero también de alegría infinita por el reencuentro con sus amigos. Toño llegó a ocupar el lugar que su maestro Mañe había dejado en San Jacinto.
Allí estaba de nuevo él en medio de tantos héroes gaiteros-tamboleros, muchos de ellos, sus amigos desde la niñez: Juan ‘Chuchita’ Fernández, Nicolás Hernández (1933-2013), Toño Fernández, Eliécer Meléndez ‘El Currarro’, los hermanos Rafael y Pascual Castro, entre otros.
Desde la labor artística, pedagógica y cultural del grupo Los Gaiteros de San Jacinto, creado en 1956, todos ellos habían rescatado a las gaitas-tambores del olvido y estaban dejando para la posteridad numerosas grabaciones en long-play y hecho varias giras alrededor de Colombia y del mundo.
El maestro Toño regresó entonces por la puerta grande de Los Gaiteros de San Jacinto. Cantando, tocando, bailando y viajando con sus mejores amigos –su familia gaitera–, nacieron sus canciones y arreglos musicales más famosos y recordados: Mi Regreso, Celestina, Así lo grita Totó, Ana María, Ángela María, entre muchos otros. En el siguiente video: Mi regreso:
Para finales de los años ochenta, tras la muerte de Toño Fernández, cabeza del grupo de Los Gaiteros de San Jacinto desde su fundación, el maestro Toño García se unió a los esfuerzos de ‘Nico’ Hernández, Juan ‘Chuchita’ y Eliecer ‘El Currarro’, nuevos líderes de varios grupos asociados a la tradición gaitera-tambolera y acordeonera. Con ellos emprendió múltiples giras por Colombia para llevar la gaita a cada rincón del país mediante conciertos, talleres pedagógicos, fiestas y encuentros con amigos de la cumbia.
Una vida dedicada a la gaita
Toño García se convirtió, de esta manera, en el maestro de maestros de la gaita colombiana. Contrario a Mañe Mendoza, quien fue su inspiración, Toño encuentra el sentido de su vida y de su obra artística en la enseñanza de sus canciones, historias, experiencias y reflexiones.
El tesoro más grande para Toño es saber que alrededor del mundo hay personas que lo recuerdan a él, a sus ancestros, a su cultura colombiana y a su tierra montemariana. Su alegría es saber que aún se tañen un par de gaitas y una maraca y se entonan sus canciones, obras que resaltan la belleza y riqueza cultural de nuestro continente tan profundamente mestizo.
Toño García es el maestro, el amigo, el cómplice de parrandas, el consejero profesional y personal de las tres últimas generaciones de gaiteros en Colombia y el mundo.
Entre sus herederos están las dinastías de músicos montemarianos, niños ‘pipones’ que traían sus padres, muy respetuosos, a aprender la gaita a casa del maestro. Entre ellos están Orlando y Dionisio, de la dinastía sanjacintera Yepes (líderes del grupo Gaitas y Tambores de San Jacinto); Freddys Arrieta Rodríguez (líder del grupo Los Bajeros de La Montaña, y cuyos padre y tíos eran músicos de San Juan Nepomuceno, Bolivar), o, Henry, de la dinastía Ortiz de Ovejas, Sucre (hoy líder del grupo Los Gaiteros de Ovejas y cuya experiencia se cuenta en este artículo del Diario de Paz).
Entre sus discípulos estamos también jóvenes curiosos de todas partes de Colombia y el mundo y músicos profesionales, experimentados y famosos como Urian Sarmiento, de Curupira, o Edwin ‘El Indio’ Hernández, músico de Totó La Momposina y sus Tambores.
En su cumpleaños 88, el maestro Toño García cuenta más de mil aprendices, cientos de poesías y canciones de la más alta calidad, además de ser el único depositario de las historias y tonadas rescatadas y arregladas por Mañe Mendoza y los viejos gaiteros. De no ser por la gran inteligencia del maestro Toño, gran parte de esta tradición se habría perdido para siempre.
Tal como algún día soñó su héroe Jorge Eliécer Gaitán, Toño García también sueña y, desde su música, trabaja por la paz, por una Colombia donde se reivindiquen los derechos de los menos privilegiados históricamente, dónde los jóvenes puedan tocar y bailar gaitas-tambores con la alegría de otros tiempos, donde todos puedan ir a la escuela y a la universidad a comprender y compartir la cultura; donde todos puedan sembrar, cosechar y cuidar la tierra.
El nombre de mi maestro se encuentra ya esculpido en el mármol indeleble de la historia, como parte de la tradición que él y sus queridos amigos y amigas han sembrado, regado, abonado y cosechado, para bien del futuro multicultural de la humanidad. Este es también un homenaje a ellos: Emilia Herrera, Estefanía Caicedo, Medardo Padilla, Pedro Alcázar, Petrona Martínez, Totó la Momposina, Martina Camargo, Encarnación Tovar ‘El Diablo’, Paulino Salgado ‘Batata III’, Magín Diaz, Etelvina Maldonado, Andrés Landero, Pedro Ramaya Beltrán, Alfredo Gutiérrez, entre tantos y tantas más.
¡Feliz cumpleaños Maestro Toño! Hoy y siempre recordaremos tu historia, tus sueños, y las canciones que enseñaste para que tu arte gaitero-tambolero viva por muchos siglos más.
*Diego A. Torres es gaitero e investigador musical colombiano. Profesional en Filosofía y Letras de la Universidad de La Salle. Compartió con el maestro Toño García en el año 2010, cuando vivió en San Jacinto. Discípulo, además, de los maestros Eliécer Meléndez, Eliécer Mejía (1919-2010) y Orlando Yepes.
Foto portada tomada de: http://triunfo-arciniegas.blogspot.com/2011/09/antonio-garcia-el-glorioso-y-olvidado.html
Música de gaitas para la paz es un especial periodístico creado de manera colaborativa con los colombianos. Si quieres participar con tus historias sobre gaitas y gaiteros, ¡escríbenos! A través de reportajes, entrevistas, perfiles y colaboraciones especiales, esta serie es un viaje al interior del Caribe colombiano, al corazón de los Montes de María y a una manifestación cultural ancestral. Este recorrido muestra cómo una región impactada durante años por el conflicto armado ha resistido con su fuerza, su canto y su música.