La música de gaitas es una tradición artística del Caribe colombiano. Cada año, niños y jóvenes a lo largo de la región, aprenden los ritmos y la esencia de una manifestación musical que sigue muy viva gracias al esfuerzo de los maestros.
En esta cuarta entrega de Música de gaitas para la paz, compartimos la voz y la experiencia del maestro Henry Ortiz Zabala. Nacido en el municipio de Ovejas, Sucre, él ha estado inmerso en el universo de las gaitas desde hace más de 25 años. Sus palabras son una invitación a comprender los aportes que tiene la promoción de la música y el arte en la construcción de paz nacional.
Mi nombre es Henry Ortiz Zabala, nací en el municipio de Ovejas y llevo más de 25 años en la música de gaitas, trabajando como intérprete, constructor e instructor.
Llegué a la música porque mi casa siempre ha estado vinculada a esta tradición. Mi papá era músico y tocaba con un grupo que se llamaba los Gaiteros campesinos. Realmente le debo mucho a mi papá y al maestro Atilano Barrios, quienes fueron los que me inculcaron la música de gaitas.
Estaba muy niño, tendría unos 10 años, cuando inicié en la música de gaitas. Mis primeros pasos fueron en el Festival de Gaitas Francisco Llirene, de Ovejas, más o menos en el año 1990. Me presentaba en las categorías infantiles y ocupaba el tercer, segundo, o primer lugar. En esa época también participaba en diferentes festivales de la región.
Hoy en día soy el director del grupo los Gaiteros de Ovejas, con quienes hemos estado en diferentes eventos y cada día trabajamos por mantener viva nuestra tradición. Es realmente lo que nos gusta.
De músico a maestro
El paso para enseñar la música de gaitas lo inicié por ahí en el año 2004. Algunos amigos, profesores de diferentes colegios, me buscaban para enseñar, entonces decidí comenzar el proceso de formar a niños y jóvenes de diferentes colegios en algunos municipios de la región.
En Ovejas comenzaron las escuelas de formación de gaitas por el año de 1988, con el maestro José Álvarez, a quien lo nombró la administración municipal de aquella época para que se encargara de esos procesos. De allí salieron muchos músicos que aún están haciendo música de gaitas.
En esos años también estaba la escuela de mi papá, Ismael Ortiz, y la escuela de Antonio Cabrera. Como otras escuelas que surgían, estas se sostenían por gusto propio y sin ningún apoyo de la administración.
En los años 2004 y 2005, a través de las convocatorias del Ministerio de Cultura, surgieron proyectos para apoyar a las escuelas de formación. Ellos mandaban, por ejemplo, recursos para nombrar el instructor de gaitas. En la misma sede del Festival inició la escuela de música y danza, y desde entonces se mantienen estos procesos sin interrupción.
Yo estoy vinculado como instructor de la Escuela del Festival de Gaitas, desde el año 2008. Trabajamos con cerca de cincuenta niños y jóvenes desde los siete hasta los dieciocho años de edad, y nos enfocamos netamente en la música folclórica de gaitas, en especial la gaita larga. Cada año salen de estas escuelas entre cinco y seis grupos a participar en diferentes festivales. La experiencia en la escuela es realmente interesante porque mantiene viva nuestra música tradicional.
Los retos y las dificultades
La escuela funciona de la siguiente manera. Durante siete u ocho meses al año, en la sede del Festival se trabaja con niños del casco urbano, de las escuelas, de los colegios y de diferentes instituciones del Municipio. Solamente hay un instructor que no devenga otros recursos, más que los que aporta el Ministerio de Cultura.
Creo que trabajamos con las uñas. No contamos con los recursos para tener diferentes profesores y sería importante aportarle más al proyecto y tener más para seguir adelante con los procesos de formación. De esa forma creo que habría más niños participantes, más músicos y, con ellos, se va a preservar nuestra música.
En Ovejas también se han dado procesos en las zonas rurales, algunos han sido apoyados por la Alcaldía municipal, por el Fondo Mixto, o por algunas corporaciones. Pero los procesos en estas escuelas no son continuos, son muy cortos: un año sí, otro no, y así. Ahorita hay unos procesos que se están dando a través de la Corporación Cabildo y del Ministerio de Cultura, en el corregimiento de La Peña, Flor del Monte, y otras zonas rurales. Los demás procesos que pierden continuidad son lamentablemente insignificantes.
Música de gaitas, un aporte a la paz nacional
Todos estos proyectos son de gran de importancia para nuestros municipios, porque la música en nuestros jóvenes va a permitir preservar y difundir esta manifestación. Si no hacemos músicos no importa, lo importante sería culturizar a nuestros jóvenes hacia un mejor futuro.
La música es una herramienta para crear espacios donde los niños y jóvenes puedan recrearse, reencontrarse y no tengan ninguna opción de recurrir a la violencia ni a las drogas, ni a todo aquello que vaya en contra de una persona de bien. La música de gaitas realmente aporta mucho a la construcción de la paz en Colombia.
- Este testimonio es la cuarta entrega de la serie Música de gaitas para la paz, un viaje al Caribe colombiano y a la tradición musical de las gaitas. Producido por la periodista Lina Flórez, con apoyo editorial de Diario de Paz Colombia.
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- Fotos: cortesía Henry Ortiz Zabala
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