De qué escribo y cómo escribo. Las dos preocupaciones de Roberto Burgos Cantor


¿Quién fue Roberto Burgos Cantor (1948-2018)? ¿Cómo y sobre qué escribía? Este contenido busca promover la lectura de su obra, como reconocimiento a una voz admirable de la literatura colombiana. Lee aquí un fragmento de Ver lo que veo, Premio Nacional de Novela, Ministerio de Cultura y Biblioteca Nacional 2018, y algunos párrafos selectos de su obra.

Roberto Burgos Cantor prefería escribir en las mañanas. Para él, la mañana tenía una relación, no sólo con la disciplina sino con la moral del escritor. Decía: «Cuando has cumplido lo que más importa en tu vida, ya puede seguir el mundo». Día tras día, en las mañanas frías de Bogotá –en donde vivió durante gran parte de su vida–, se sentaba por horas a escribir, a rememorar y a imaginar el Caribe al compás de las voces y las memorias de los personajes que deambulaban por su prosa. En sus últimos años, a pesar de la temperatura de la capital, como él mismo contaba, recuperando un viejo hábito del Caribe, escribía con los pies descalzos.

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Roberto Burgos Cantor. Imagen tomada del documental La memoria encendida.

El autor de obras como La ceiba de la memoria (2007) y El patio de los vientos perdidos (1984) nació en Cartagena de Indias, el 4 de mayo de 1948, y falleció en Bogotá, el 16 de octubre de 2018. Estudió Derecho y trabajó como abogado, pero, por los años en que los escritores latinoamericanos exploraban el compromiso social y las dimensiones estilísticas de sus narrativas, a finales de los años sesenta y principios de los setenta, empezó a publicar cuentos y relatos en revistas nacionales y, con ello, a tomarse en serio la decisión de convertirse en escritor. Desde el principio, dijo, sus preocupaciones eran dos: sobre qué escribir y cómo hacerlo.

En 1980 publicó su primer libro Lo Amador, «una especie de talismán que definió mi vocación literaria», como diría él mismo. A partir de ese libro, empezó a rendirle culto a la disciplina y publicó por décadas una obra tras otra que le valieron varios reconocimientos tanto dentro como fuera del país.

«Las novelas se me anuncian por una imagen –decía–, y la aventura empieza por desentrañar esa imagen. Y no me precipito, espero que el texto que voy escribiendo me haga preguntas. Entonces voy, acompasado por el texto, resolviendo la navegación».

Aunque escribió gran parte de su obra mientras vivía en Bogotá, sus personajes habitan sobre todo en «La Cangrejera», cómo él solía llamar a su amada Cartagena, su caparazón, una ciudad que, según decía, se debate entre la postal y la realidad. En alguna de las muchas entrevistas que dio durante los últimos veinte años, dijo:

“Los cartageneros parecemos, de una manera fatal, condenados a escribir novelas históricas, no por un reto social, no por un reto académico, sino porque durante toda la infancia de muchos de nosotros, en esa Cartagena de los años de antes, la Cartagena de Luis Carlos López, de Rojas Herazo, una Cartagena acabándose, en ruinas, sin alcantarillado, en esa Cartagena había unos personajes que alegraban la vida, y estaban regados en las esquinas, y eran los famosos guías turísticos. Era el poder de la imaginación popular –porque no era gente formada, ni de la universidad ni del colegio–, sino que a punta de fantasía sostenían la leyenda de una ciudad que ya no existía. Entonces (…) estas personas que iban hasta el delirio en su relato, que atrapaban a los turistas, a los bogotanos, a los antioqueños que llegaban en plan del turismo de entonces (que era bañarse en el mar –no había otra cosa– y ver dos o tres ruinas), estas personas lo iban involucrando a uno en una forma de la fantasía que de alguna manera después vuelve en clave de humor”.

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Como menciona el periodista y escritor Alberto Duque López (en un documental de TeleCaribe), la de Roberto Burgos Cantor, «es una Cartagena alimentada por los recuerdos de su niñez, de sus padres, los rincones del centro, los templos, las calles estrechas, las playas, las murallas, la comida, los olores y sabores, las mujeres, el aspecto sexual de una ciudad del trópico...». Es así como desde Lo Amador y en la mayoría de sus obras, se pueden ver y oír las voces y memorias de mecánicos, boxeadores, modistas, cantantes del Caribe. Él sostenía que el barrio, el puerto, los mecánicos, la música y otros elementos de lo popular, le fueron aliviando la incertidumbre que lo asolaba como escritor en ciernes.

Cuentos Roberto Burgos Cantor
Libros de cuentos: Lo Amador (1980), De gozos y desvelos (1987), Quiero es cantar (1998), Una siempre es la misma (2009) y El secreto de Alicia (2013).

Con los años, a fuerza de pasión, rigor y entrega al oficio, acabó por aceptar que su designio literario era «hacer visible lo invisible». Se preocupaba por no quedar atrapado en un mundo artificial, falso, un entramado de influencias que habían afectado la creación de algunos antecesores. Él se empeñaba, tanto desde su escritorio como desde sus investigaciones, viajes y encuentros académicos, en dialogar con su época y en ofrecer un proyecto estético que les diera un lugar en la memoria social a los que históricamente habían sido acallados.

En La ceiba de la memoria (2007), por ejemplo, la narración se remonta a los años de la esclavitud en la Nueva Granada y quienes narran son los esclavos negros, los funcionarios de la colonia y los sacerdotes jesuítas. En Ver lo que veo (2018), envueltos en el monólogo de una mujer que va perdiendo la visión, se ven y oyen modistas, plomeros, ladrones, prostitutas, colombianos de a pie que, paralelo a un relato oficial que los ha ignorado, han ido escribiendo también la historia del país. En palabras del escritor Pablo Montoya, los temas fundamentales de la obra de Roberto Burgos son «la soledad, el dolor como sufrimiento que los hombres se prodigan entre sí a lo largo de la historia, el desamparo irremediable que depara todo periplo humano». 

Novelas de Roberto Burgos Cantor
Novelas: El patio de los vientos perdidos (1984), El vuelo de la paloma (1992), Pavana del ángel (1995), La ceiba de la memoria (2007), Ese silencio (2010), El médico del emperador y su hermano (2015) y Ver lo que veo (2017). Además escribió Señas particulares: testimonio de una vocación literaria (2001), y un libro de literatura infantil: Juegos de niños (1999).

Además de escritor, Roberto Burgos Cantor era un lector apasionado y, además, maestro del oficio. Al momento de su muerte, era el director del departamento de Creación Literaria de la Universidad Central de Bogotá. Cuando le preguntaban por sus autores favoritos, entraban en sus lista autores como César Vallejo, Ernesto Sábato, Marcel Proust, William Faulkner, Juan Rulfo, Virginia Wolfe, Alice Monroe, Samuel Beckett, Jorge Luis Borges y Juan Goytisolo. En Colombia, estuvo cerca de autores tan reconocidos como Gabriel García Márquez o Álvaro Mutis, quienes no sólo leyeron sino que admiraron su obra.

A través de una permanente exploración histórica y lingüística, Roberto Burgos Cantor meditó sobre la memoria nacional, el olvido y la vida popular. Aunque decía que no pretendía que su obra se convirtiera en una guía para los escritores o los colombianos, su legado literario es una invitación a reconocer al otro, al habitante de la periferia, al invisible, al excluido.

«El papel del escritor es oponerse a todo. Un escritor que se conforma, que acoge, que reproduce, casi que deja de serlo”.

«La muerte no suspende los procesos de afecto».

«Lo que más se tiene cuando se escriben novelas, es un viaje de incertidumbres».

«La literatura no hace aportes, porque es un mundo de libertad. Pero es una manera de ejercicio del amor».

  • Lee también un fragmento de la novela ‘Ver lo que veo’, Premio Nacional de Novela 2018.
  • Lee estos Párrafos selectos para conocer la voz y la obra de Roberto Burgos Cantor
    y participa compartiendo uno de los párrafos de alguna de sus obras.
  • Aquí puedes descargar gratis «Lo amador», cuentos reunidos de Roberto Burgos Cantor. Disponible gracias a la Biblioteca Nacional de Colombia.
  • Si quieres saber más sobre la vida y obra de Roberto Burgos Cantor, te recomendamos leer esta entrevista que le hizo el poeta Elkin Restrepo para la Revista Universidad de Antioquia. O ‘La musicalidad es necesaria en la literatura del Caribe’, una entrevista de Carlos Restrepo.
  • Los libros de Roberto Burgos Cantor están disponible en las principales bibliotecas y librerías del país. Si no lo tienen en tu biblioteca más cercana, consulta por el servicio de préstamo interbibliotecario.
  • Crédito foto portada: Roberto Burgos Cantor. Cas(z)a de Letras, programa 36 de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle.

Escrito por

Periodista, escritora y editora. Fundadora de Diario de Paz Colombia. Contacto: editores@diariodepaz.com

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