La ola de protestas en América Latina tiene un marco histórico, contemporáneo y cósmico. La asociación con procesos cívicos de otros continentes y la relación con movimientos sociales de hoy nos permiten formar esta percepción.
Al parecer la tradición cósmica continúa. El noveno año de algunas décadas en la historia ha dejado hitos que se mantienen en la memoria. En Occidente, algunos símbolos del pasado lo comprueban, como por ejemplo la revolución francesa (1789), la caída del muro de Berlín (1989) o la llegada del hombre a la luna (1969).
Hoy, Latinoamérica está viviendo lo que muchos pensadores han denominado una ‘primavera’, analogía de la primavera árabe que entre 2010 y 2013 impulsó a la mayor parte de los pueblos de Oriente próximo y del norte de África a organizarse para exigir la democracia y los derechos humanos en sus territorios.
Aquella primavera, que hoy parece ser la nuestra, se ha venido gestando desde el accionar de un movimiento llamado Chalecos Amarillos en Francia. A partir de octubre de 2018, sus acciones han impulsado decenas de protestas cívicas en el mundo. Países como Holanda, Alemania, Suecia y Canadá han extendido el fenómeno, incluso Hong Kong, en Asia. Sus principales consignas giran alrededor de la justicia social y de diversos intereses del pueblo.
Durante las últimas semanas de noviembre de 2019, la protesta de los Chalecos Amarillos volvió a tomar fuerza. En las calles de París se lee en francés, en letras de aerosol: “No nos importa el 68, queremos un 1793”.

Para América Latina, el continente de las venas abiertas, el año 2019 estuvo marcado por un activismo que contiene bastante del accionar del resto del mundo. En la mayoría de los países se impulsó la movilización social. Venezuela, Haití, Nicaragua, Honduras, Argentina, Puerto Rico, Paraguay, Perú, Ecuador, Chile, Bolivia y Colombia, en ese orden, fueron y son sus protagonistas.
Algunos pueblos quieren derrocar a su presidente, eliminar o crear leyes, incrementar las políticas sociales. Otros piden nuevas cartas constitucionales, incluso la independencia. La mayoría de los ciudadanos expresa su preocupación por las condiciones en que vivirán su vejez, por el trabajo indigno, por la deuda infinita, el cáncer sin cura, la muerte sin tierra.
Académicos colombianos como Renán Vega Cantor, Armando Bartra o Luiz Arizmendi han sustentado que “El Paro” debe entenderse bajo lo que ciertos teóricos han denominado “La crisis civilizatoria o crisis epocal del capitalismo”. Lo explican bajo una idea sencilla: el sistema que por estos días administra la vida de las personas, ya no responde a sus expectativas. Y en las calles eso se manifiesta con tezón, fuerza y furia.
En diálogos cotidianos y en redes sociales muchos hablan de un “despertar ciudadano” o de un despertar democrático. La gente afirma que quiere luchar por un mundo que sea de todos, para todos, tan plural como los millones de carteles, banderas, cantos y consignas que expresan lo inoperante que resulta el poder en este tiempo.
Para consultar el itinerario del Paro Nacional, recomendamos:
- El Paro sigue: la plataforma de un grupo de activistas digitales que buscan hacer un “seguimiento riguroso y sostenido en el tiempo de los eventos relacionados con el Paro Nacional de Colombia”.
- Varios wikipedistas están trabajando en Protestas en Colombia de 2019. Allí documentan información relacionada con las protestas y las movilizaciones.
- En inglés: https://civicus.org/protest-resilience-toolkit/
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Aquí puedes descargar gratis el calendario latinoamericano 2020, propiedad colectiva que recuerda las luchas latinoamericanas del año 2019 con imágenes de diferentes artistas de esta región.
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Ilustraciones del especial: © Andrés Caicedo Hernández
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