Esta reflexión es a la vez un microcuento. La voz que narra son muchas voces, todas aquellas que se manifestaron durante los últimos meses y que ahora nos hablan desde algún lugar desconocido. Compartimos el quinto texto de la serie Escrituratón por Colombia. ¡Gracias, Claudia, por escribir con nosotros!
Todo ha cambiado
Por Claudia Helena Amaya Rabe – 49 años. Bogotá
Y, ¿me preguntas de dónde vengo?
Ya no lo recuerdo. Solo sé que caminaba junto a mucha gente, cantábamos y bailábamos. Llevábamos pancartas en las manos. Reclamábamos nuestros derechos. Éramos muchos, ¿sabes? Todos cansados de las injusticias, de las promesas incumplidas, de las mentiras que nos contaban todos los días.
Salimos a las calles, sí. En pleno pico de lo que conocimos como la pandemia. Pero no sentimos miedo. El contagio era menos peligroso y mortal que la indignación que sentíamos. Éramos muchos, te lo repito.
Recorrimos las avenidas de las grandes ciudades y de los pequeños pueblos. Nos juntamos jóvenes, viejos, mujeres, hombres, niños, padres, madres, estudiantes. Todos con el mismo clamor: ¡no más muerte, no más pobreza, no más injusticias!
Escuchábamos mil voces, unas de aliento, otras de rechazo. Nos llamaban vándalos, desocupados, vagos, inconscientes.
Y llegó la represión, no hubo diálogo, nadie nos escuchó. De repente, estábamos escondidos, temerosos, temblando. Y llegó el silencio, la oscuridad, el frío. Desaparecimos.
Dicen que nada ha cambiado, que todo sigue igual. Yo creo que algo cambió, deseo que así sea.
El ruido de la corrupción es muy fuerte, los gritos de las madres hacen eco, los desaparecidos le cuentan sus historias a las montañas. Los ríos develan los secretos de los cuerpos que los transitaron. Nada es igual.
Escucho gente que canta, voces que hablan de sueños, personas que leen y cuentan historias, se reúnen y conversan, discuten, analizan e invitan a otros a participar, a transformar, a cambiar desde adentro para crear una nueva realidad afuera.
Nada es igual, todo ha cambiado. Nosotros estamos aquí y desde este lugar que no reconocemos aún, los vemos, los acompañamos y les enviamos rayitos de esperanza desde el corazón.

Una iniciativa de Diario de Paz Fundación y de la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra y Fabra.