Para qué sirve insistir. Un amigo presenta a César Jaramillo, el colombiano que lucha por abolir las armas nucleares


César Jaramillo, más conocido en su época de universidad como Checho, hizo parte del colectivo que recibió el Premio Nobel de Paz el 10 de diciembre de 2017 en Oslo.

La noticia del reconocimiento de la Academia Sueca a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares –equipo del que hace parte el colombiano César Jaramillo–, llenó de orgullo y felicidad a sus familiares y amigos de toda la vida. ¡Checho recibiendo un Nobel de Paz!

A continuación compartimos las emotivas palabras que Juan Miguel Villegas, su amigo desde que estudiaron juntos periodismo, le dedicó a través de una publicación de Facebook; un mensaje que comparte en Diario de Paz Colombia como una manera de resaltar lo admirable que es el trabajo de este colombiano comprometido con la paz y los derechos humanos en el mundo.

Por Juan Miguel Villegas @helinspector

Hay días en los que uno quiere decirle a todo el mundo: «¡Este señor es un gran amigo mío!».

Lo fue desde la universidad, en el par de años memorables que compartimos en la Universidad Pontificia Bolivariana estudiando juntos algunos semestres de Comunicación Social y Periodismo, y lo sigue siendo hasta hoy, veinte años después, con hijos y algunas canas a bordo.

Para nosotros él es y seguirá siendo «El Checho», así sin corbata ni títulos. El mismo Checho que es también «el colombiano que recibe el premio Nobel de Paz en Oslo, como parte del colectivo internacional que promovió ‘ICAN’: la International Campaign to Abolish Nuclear Weapons (ICAN)«. Esta «Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares», es una coalición global que trabaja para movilizar a las personas de todos los países para inspirar, persuadir y presionar a sus gobiernos para que inicien negociaciones para que se firme un tratado que prohíba las armas nucleares.

Fueron y siguen siendo horas y horas, días y noches de conversaciones con mis amigos El Checho y Johny Rojas, sobre todo y sobre nada, pero también sobre cómo arreglar el mundo. En esa época incluso jurábamos que íbamos a publicar una revista (‘Las Moscas’, se iba a llamar) en la que además de historias urgentes y viscerales publicaríamos cartas abiertas a los líderes políticos nacionales e internacionales que tenían en sus manos los destinos del planeta. Y creíamos, de verdad, que esas cartas y esas historias tendrían efectos concretos en su manera de enfrentar los problemas que nos involucran a todos.

La revista se quedó en parla y en un entrañable recuerdo de algo que nunca fue. Pero las ideas y conciencias que le echaban fuego a nuestras indignaciones se han mantenido ahí, rondándonos y transformándose de muchas maneras. Y el Checho las ha llevado lejos, más lejos que todos.

Durante años, por lo menos durante la última década, este señor que ahora nos hace sacar pecho, nos ha mantenido al tanto –desde Canadá, su segunda patria ahora– de los debates globales en torno a temas tan extraños para nosotros como la seguridad espacial y el desarme nuclear. Por correo electrónico primero, y ahora por WhatsApp, nos ha compartido, entre chistes y anécdotas, sus logros y reveses, que también han sido muchos.

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Y por esas mismas vías le hemos podido dar voces de aliento en sus incontables trasnochadas mientras escribe reportes minuciosos, sus columnas para el Huffington Post o hace correrías maratónicas por Norteamérica y Europa, insistiendo con una de sus principales cantaletas: que es inaceptable que aún haya países que posean y sigan desarrollando armas nucleares. Porque eso nos amenaza a todos. Nos pone en riesgo a usted, a mí, a tu mamá y a tus amigos. A TODOS.

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Lo hemos visto en videos hablando de eso en sesiones de la ONU en La Haya y en Nueva York, o diciéndoselo de frente a hombres como Ariel Sharon, el ex primer ministro israelí, en encuentros internacionales, con tono enfático y sin gaguear.

«Es inaceptable que aún
haya países que posean
y sigan desarrollando
armas nucleares»

El último par de años, además, El Checho se ha batido con fiereza y diplomacia (es decir, con rabia, pero sin despeinarse) por levantar conciencia en Canadá sobre la doble moral que significa que su gobierno pose de progresista, respetuoso de los acuerdos internacionales y los Derechos Humanos, pero al mismo tiempo haga ventas masivas de armamento pesado a un país que viola sistemáticamente el Derecho Internacional Humanitario, como Arabia Saudita. Si googlean «César Jaramillo» y le agregan «Canada» y «Saudi Arabia» verán lo mucho que ha trabajado por eso, y el extenso cubrimiento mediático que las luchas de la organización que dirige (Project Ploughshares) han generado en ese país.

El hecho es que sí, hoy es un día para celebrar la amistad, y el privilegio de haber sido testigos de los efectos de insistir, de ser terco, de ser frentero y contundente. Con inteligencia y sin permitirse un solo insulto.

Y un día, también, para que todos celebremos el hecho de que por segundo año consecutivo, y sin relación alguna entre las partes –y al margen de posturas o interpretaciones políticas– el nombre de Colombia vuelve a estar ligado al Premio Nobel de algo que, sea como sea, todos (o bueno, casi todos, pero no hablemos ahora de los negocios de la gente) queremos. La Paz.

¡Salud!

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Si quieres conocer más a fondo el trabajo de César Jaramillo y el colectivo internacional que promovió la Campaña Internacional para la Abolisión de las Armas Nucleares, ‘ICAN’, puedes visitar el sitio en español: International Campaign to Abolish Nuclear Weapons (ICAN) «.

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2 comentarios sobre “Para qué sirve insistir. Un amigo presenta a César Jaramillo, el colombiano que lucha por abolir las armas nucleares

  1. Crecí con Checho en la Guajira y su lealtad como amigo es igual con las causas que apoya. Siempre fue enemigo de las injusticias y un rebelde de una inteligencia inmensa. Su llegada a Canada con su esposa Paula que ha sido y es un pilar en su vida, es una aventura digna de ser contada al mundo porque da fe de como este colombiano, tipico colombiana llega hoy en dia a ser parte de un colectivo al que se le otorga tremendo premio.

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