En este texto, el lector Alfredo Vélez, comenta la octava obra del reto 10 Libros en 2020, del Club de Lectura Virtual. ¿Qué encontramos los colombianos en Delirio? Esta es la mirada de un docente universitario del área de Humanidades, ya pensionado, participante activo de nuestro club. Si estás leyendo esta novela, anímate y escribe con nosotros. También te invitamos a navegar este especial de contenidos sobre Delirio.
Ahora, esa que también soy yo
se presenta desnuda
al juego de la imagen…
El espejo no la toca
la simula.
El espejo
es ella
sola,
Narcisa condenada.Yorlady Ruiz López (poeta pereirana)
Señor,
Nos aburren tus auroras
Y nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos
Luis Vidales
Retomando al escritor estadounidense Gore Vidal, la autora colombiana Laura Restrepo comienza su novela con este epígrafe: “Sabiamente, Henry James siempre les advertía a los escritores que no debían poner a un loco como personaje central de una narración, sobre la base de que al no ser el loco moralmente responsable, no habría verdadera historia para contar”. A pesar de ello, considero yo, la locura, el delirio, puede ser una manera de vivir en un mundo paralelo que nos resguarde de la realidad violenta que nos rodea, una especie de burladero existencial donde la moralidad tiene el sentido de lo vital, la razón vital.
Esa locura nos devela lo que moralmente acontece en las distintas familias colombianas, los “códigos de las apariencias y el catálogo de las falsedades básicas” que permiten configurar el recetario para vivir una existencia simulada, nada distinto de lo que hacía el personaje Midas McAlister. Nos muestra las relaciones mafiosas de familias “de bien” con el narcotráfico, a través de intermediarios (como Midas), quien se encargaba de entregar “lavado” el dinero invertido en los cargamentos de cocaína que exportaba Pablo Escobar a Estados Unidos. Esa intermediación le dejaba grandes ganancias a Midas y a la vez al narcotráfico, que asumía el control sobre la vida de todos ellos. Como decía Laura Restrepo: «Los ricos eran pobres«.
Ahora bien, si en la obra El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince nos muestra, a través de su familia, la persecución y muerte de líderes sociales, las desigualdades económicas, una sociedad clerical, premoderna y moderna, también nos presenta una familia amorosa, trabajadora, humanista que manifiesta las contradicciones de una sociedad que lucha contra sus propios demonios: narcotráfico, paramilitarismo, guerrilla, derecha, izquierda, desigualdad, todo ello pero en medio un padre amoroso, humanista, racional y de una madre pragmática.
En la novela de Laura Restrepo, Delirio, se presentan también esas contradicciones: una sociedad hipócrita, homofóbica, inserta en la locura-espiral de la violencia. Aquí vemos que no puede haber nada distinto a matar a una persona solo para que un hombre tenga una erección en un acto de sadomaquismo y, además, es cosa de locos hacer una apuesta por ello, por la “operación Lázaro”. En su novela, Laura Restrepo nos muestra a un padre homofóbico y violento con su hijo y a una familia que acepta esa violencia en silencio; nos muestra que el dinero como mercancía puede comprar sumisión, simulación. Es el diario vivir que se va en una burbuja, es la apariencia consumista.
En Delirio se esboza la otra verdad que Colombia necesita escudriñar y conocer, las relaciones de muchas familias colombianas con el narcotráfico, principalmente en ciudades como Cali y en Medellín, una Colombia que debe develar las riquezas y las alianzas políticas y militares construidas con base en la cocaína hasta ahora no reconocidas: las muertes, las desapariciones, el despojo de tierras y los desplazamientos ligados a esas relaciones mafiosas y familiares. La multiplicidad de voces lograda en Delirio es una manera de reconocer nuestra tremenda Colombia, es una réplica de pintura hecha por la mano maestría de Goya, es Saturno devorando a su hijo.
Delirio permite establecer las fronteras de la identidad y la diferencia. La identidad del sujeto desaparece en aras de encontrarse con sus propios demonios, y estos, a su vez, son su identidad: los personajes de Bichi y Agustina son un ejemplo de ello. Ellos representan lo diferente que debe ser aprehendido para poder asumir ese otro. A las familias en su normalidad no les queda fácil aceptar que existen sujetos “extraños”, a pesar de que son justamente esas familias las que viven en un mundo paralelo, infringen la ley y experimentan una doble moral que les da riqueza material pero las hunde en la miseria moral y ética. La novela Delirio no libera sino que encadena por los actos de cada personaje: Tía Sofi, Nicolás, Eugenia, Aguilar… Ellos son Prometeos cuyo suplicio es no ser ellos mismos; el único que se libera es Bichi.
En conclusión, esta obra permite acercarse a una manera de entender nuestra realidad social con personajes que son nuestros vecinos, como lo expresará el jurado al otorgarle el VII Premio Alfaguara de novela 2004: esta novela es “Un caleidoscopio de la sociedad moderna, centrado en la realidad compleja y exasperada de Colombia”.

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