El periodismo constructivo como dinamizador de escuelas justas


El periodismo constructivo no es una mirada exclusiva de los medios de comunicación. En esta entrevista, compartimos la visión de una periodista española que, en un contexto escolar danés, experimentó las posibilidades del periodismo constructivo como dinamizador de sociedades más justas y pacíficas.

Por Jovani Escobar Gil

Abril de 2020. Mientras en Colombia apenas observábamos las primeras cifras de contagio por el COVID-19, en España vivían un pico alarmante que nos dejaba atónitos de este lado del Atlántico. Como en una reafirmación de lo posible que es crear lazos incluso en medio del confinamiento, los editores de Diario de Paz Colombia recibimos un correo electrónico en el que una profesora y periodista española, Mercedes de Luis Andrés, manifestaba su admiración por la labor emprendida desde este medio digital. En un ir y venir de mensajes, entablamos una comunicación transatlántica unida por una reflexión compartida: la necesidad de seguirle apostando al periodismo constructivo.

A lo largo de estos meses, uno de los temas que tratamos fue la manera en que ella usó la entrevista tradicional del periodismo en un contexto multicultural escolar, un ejercicio que podría replicarse en nuestro contexto colombiano. Su experiencia se dio en Fyn, o Fionia, una isla ubicada en el mar báltico. Como en el resto del país, su idioma oficial es el danés y, aunque está relativamente cerca de España (2.465 kms), su cultura es bien diferente a la del país ibérico. No obstante, como en el resto de Europa, Dinamarca ha tenido un incremento en el ingreso de población migrante y refugiada. Para 2019, según datos de la ONU, había en el país 722.878 inmigrantes, lo que representa el 12.41% de su población total, un incremento del 3.4% respecto a los 500.772 que residían en el país en 2010. En palabras de Mercedes:

“En Brenderup Højskole (la escuela en la que trabajó), el claustro de profesores me comunicó que querían motivar la curiosidad por conocer los países de origen de los alumnos, por lo que era importante que construyeramos esas oportunidades de diálogo entre alumnos daneses y estudiantes extranjeros. Así tomó forma mi trabajo al servicio de la escuela, con la entrevista de periodismo”.

De acuerdo con Mercedes, la entrevista periodística es un arte que, con las preguntas adecuadas, despierta respuestas y actitudes que crean efectos positivos. Para ella, el periodismo va más allá del imaginario de los medios de comunicación, la redacción de un periódico, la televisión o la radio. Reflexionar sobre la utilidad constructiva de la entrevista, tradicionalmente asociada al ámbito informativo, es uno de sus objetivos.

En su concepto, si se puede tomar conciencia de su capacidad para crear comunicación en ciertos espacios educativos, también debe ser posible llevarlo a otros lugares. Para Mercedes, esta herramienta de las ciencias sociales en realidad nos permite fomentar diálogos constructivos allí donde es común el discurso del odio, encapsulado y mediatizado. Las entrevistas deberían enseñar respeto por el debate y el diálogo en una sociedad. 

— Mercedes, ¿de qué manera conociste el periodismo constructivo?

—Recuerdo haber tenido siempre un afán por desarrollar actividades que unieran a las personas de manera creativa tanto en Ceuta una ciudad multicultural, como en Berlín, que tiene un corazón universal. En ningún caso mediaba el periodismo, eran iniciativas propias del profesionales del arte y la educación. 

El interés surgió en Madrid, mientras preparaba un análisis de contenidos de prensa nórdica en la Universidad Complutense, en el marco de una conferencia de invierno sobre Cultura, Democracia y Periodismo. Aunque siempre mantenía el escepticismo, la definición sugería que los problemas sociales encontraban una solución en el diálogo periodístico. El discurso mediático del odio es preocupante, así que tal cambio de guion resulta alentador. 

—¿Cómo definirías este enfoque periodístico?

—No sé si podemos extraer alguna conclusión. Ha debido de explotar la máquina periodística para que al final hayamos tenido que recurrir a esto, a nombrar de nuevo las palabras y confiar en que creen un nuevo significado, una nueva realidad.

Otros trabajos periodísticos que no salen al público etiquetados bajo este enfoque, son igualmente beneficiosos y siguen un espíritu de concordia. El atributo periodismo constructivo predispone al lector y etiqueta al periodista. Está bien planteado desde el punto de vista del branding (la marca), es una manera de dar valor a la pieza.

Yo diría que se quiere mostrar como una capacidad de la comunicación interpersonal y de los mass media para actuar en la sociedad, apoyando abiertamente una actitud basada en el consenso, que en el último extremo sería una búsqueda de la paz social. Aquí tengo que matizar que el término se está extendiendo como la pólvora, pero anteriormente, en otras generaciones, la responsabilidad profesional del periodismo ya incluía valorar el poder de la palabra resolviendo conflictos. Algo ha debido hacerse muy mal para que se haya invocado a las palabras, tirando las runas al aire.

¿Cómo llegó una periodista española a colaborar en una escuela danesa? ¿Por qué era necesario tu trabajo en dicha institución? Cuéntanos esa parte de tu historia.

— Estuve viviendo en una casita de madera con ventanas a un patio donde se había sembrado un árbol frutal. La hierba se llenó primero de nieve durante un largo invierno y cuando el frío pasó, cayeron del árbol las manzanas rojas. Vi todos los cambios desde mi escritorio, desde donde escribía entrevistas y pequeñas crónicas para Brenderup Hojskole desde aquel otoño hasta el verano siguiente. 

En mi papel de periodista me interesa mucho la historia educativa detrás de la democracia danesa. Mediante la convivencia diaria, pude adquirir un conocimiento profundo del estilo de vida y de la atmósfera particular que requiere una escuela de esas características. Se trata de un lugar muy especial. Todos mis compañeros y yo misma aportamos nuestro entusiasmo y compromiso de la mejor manera posible. Me resultó fácil e inspirador cooperar con ellos, descubrí un proyecto educativo con un alto sentido de la convivencia. 

Mi trabajo, además de la escritura, se centró en la oficina de comunicación y ocasionalmente asistía en la enseñanza de cultura global, pintura e idiomas. Fue un placer trabajar con ellos.

¿Cuál fue tu metodología de trabajo?

— Observé cómo trabajaban ellos. Los profesores proponían un horario con un par de tardes fijas cada semana para que los alumnos pudieran hacer pequeñas exposiciones públicas sobre sus países de origen, presentarlas bajo el paraguas de lo típico y quizá rayando lo folklórico, pero me pareció que era una forma adecuada en las primeras tomas de contacto. 

Previamente habíamos destinado una sala sencilla en la escuela, con mi cuaderno de notas y mi grabadora, allí me entrevistaba con los alumnos y me aseguraba de que se sintieran cómodos. Ellos me contestaban sobre cómo querían aprovechar su estancia en la escuela y sobre cómo imaginaban su futuro. Aquellas entrevistas individuales completaban el trabajo de presentarse en público en las exposiciones culturales. Vi efectos muy positivos de esta comunicación constructiva.

¿A qué hallazgos llegaste durante tu trabajo? ¿Cuáles crees que eran las causas del conflicto multicultural?

— El trabajo más importante que desarrollé en la escuela fue proporcionar un entendimiento intercultural entre los estudiantes (eran adultos de entre 18 y 30 años) y a su vez entre los profesores de la escuela y el mundo exterior, a través de una divulgación escrita que realicé en «The Dream Project», donde me entrevisté con todos los estudiantes y profesores. Un proyecto que dejó ver claramente que la entrevista crea una comunicación respetuosa y tolerante, y que es una herramienta periodística clave para evitar situaciones de conflicto. 

Observé que es posible aprender la paz, es decir, modos alternativos de comunicarse, de ser, de comportarse y organizarse. Las causas del conflicto multicultural tenían mucho que ver con los prejuicios heredados. No son más que ideas culturalmente aprendidas, por eso en ese proyecto, la clave estaba en comprender la responsabilidad individual dentro del grupo humano, entender que cada decisión personal repercute en los demás. 

Dentro de ese conflicto, ¿cuál era el rol del resto de la comunidad escolar: padres, profesores, personal administrativo?

— El rol de los profesores y del personal de administración era clave para el éxito del proyecto multicultural. Eran conscientes de su responsabilidad en el cambio de actitudes, tanto individualmente en sus conversaciones más distendidas como en las horas de trabajo. Estas personas generaron una atmósfera de seguridad y confianza, demostrando ser profesionales creativos y capaces de pensar por sí mismos. Estaban convencidos de que la convivencia se fraguaba desde el cambio de actitud, no era un simple decorado. Además, los más veteranos jugaban un rol de negociadores, lejos de la imposición de la jerarquía convencional. El rol de la familia era prácticamente inexistente. En ese sentido parecía El Señor de las Moscas (la novela de W. Golding). Al contrario de lo que sucedería en una escuela española o colombiana, el grupo social era la fuerza del núcleo.

¿Qué metodología de trabajo implementaste durante tu estadía en la isla de Fyn? ¿Crees que se puede replicar en otros lugares del mundo?

— Mantuve mi curiosidad y no perdí ocasión de observar cómo era el mundo en este extremo del planeta, tomando nota en mis cuadernos de todo lo que la isla tenía de maravilloso y distinto, que era mucho. Leí bastante en la vieja biblioteca de la escuela sobre el territorio donde me encontraba, obras tanto de autores autóctonos como relatos de viajeros. El arte de la entrevista — basada en el respeto al interlocutor —, salió muy reforzado, y por supuesto que puede replicarse en otras latitudes. Esto sumado a la importancia de tener una mentalidad aventurera, tener respeto por el entrevistado, mantener la confidencialidad, confiar en lo mejor de las personas, participar en la comunidad y no ser simples espectadores.

¿Cómo generaste confianza dentro de ese círculo social?

— Simplemente mostré interés hacia los estudiantes y profesores, me impliqué, participando en su vida cotidiana, estando preparada para escuchar y apoyarles en su convivencia en la escuela y en el proceso de mejorar el entendimiento intercultural.

¿Cuál crees que es el rol del periodismo constructivo en los procesos de construcción de paz?

— En los últimos años he visto crecer una etapa digital en la que aparecen fenómenos de influencia colectiva capaces de movilizar la actitud del lector o espectador en cuestión de días. Esperemos que esta tendencia no se trate de un instrumento al servicio de una demagogia calculadora, ni que se deje en el olvido la ética y deontología periodística, ni el respeto a la inteligencia del lector. La supervivencia de todos nosotros, más allá de la tecnología de la comunicación, también depende de que sepamos y queramos convivir de manera pacífica, para eso el periodismo no puede alejarse de su vocación universal, no ha de renunciar pese a todo, a buscar la belleza, ni debería tampoco olvidar su capacidad de crear conciencia.

Para conocer más sobre el trabajo de Mercedes de Luis Andrés en su sitio Animula Vagula.

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Escrito por

Comunicador y socio fundador de Diario de Paz Fundación. Voluntario e investigador, en temas relacionados con la sinergia entre comunicación y educación, del grupo de extensión solidaria Barrio U de la Universidad de Antioquia.

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