Como es habitual al final de cada mes, como parte del reto 10 libros en 2020, invitamos a nuestros lectores a dejar sus respuestas voluntarias en esta conversación abierta. Un contenido del especial Leer para entender La hojarasca del Club de Lectura Virtual.
Si ya has leído la primera novela que escribió Gabriel García Márquez, anímate y participa en esta lluvia de impresiones sobre la obra. ¿Qué te ha dejado este libro? ¿Qué idea de país podemos hacernos a partir de esta lectura? ¡No lo pienses mucho! Date el regalo de expresar con tus propias palabras lo que ha significado leer esta obra de Gabo y adentrarte en el país contenido en Macondo.
Para participar en esta conversación abierta, solo debes dejar una respuesta (ojalá corta y concreta) en el buzón de comentarios de esta entrada.
Ten presente que, una vez envías tu respuesta, el equipo coordinador lee y aprueba cada publicación, así que no te angusties si no ves de inmediato tu comentario al aire. Al momento de enviarlo, por favor incluye tu correo electrónico y activa el botón de recepción de respuestas para que estés al tanto de lo que otros lectores tienen por agregar a tus impresiones.
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Si te queda tiempito, navega por estas otras conversaciones abiertas. Están buenísimas.
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Me parece lo mejor que nos puede pasar en medio de este encierro, leer y disfrutar de las charlas programadas sobre las lecturas es un oasis en medio del desierto, este es el ocio más útil que el ser humano puede darse el gusto de disfrutar.
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La Hojarasca me llevó a la entrada del realismo mágico por el que Gabo es célebre…. es la puerta de entrada a Macondo, y sí, quizás a Colombia, a lo mejor Macondo es tan solo ese sitio que surge de las cenizas en el que llega la gente a poblarlo, gente venida de la miseria, algunos que hacen lo que quieren y no tienen ningún interés diferente a satisfacer sus propias necesidades (el doctor representa este tipo de personas), la gente buena que tiene palabra, que cree en el otro y en sus promesas aún a pesar de todas las muestras de incapacidad (el abuelo), la importancia de la familia (el abuelo, la hija y el nieto compartiendo un espacio lúgubre, una escena trágica, la posibilidad del rechazo de todos), la mujer en su papel de hija, de madre… no de mujer porque ese papel luchamos y luchamos por vivirlo en nuestro país y en el mundo… el niño y su inocencia, su despertar…. así somos, así vivimos, así nuestra Colombia, cosas malas, gente mala pero mucha mucha esperanza, mucha gente buena, muchos con ganas de creer, de comenzar, de construir….
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La Hojarasca de Gabriel García Márquez, deja en la casa de su lector, algo de esa hoja seca y podrida que da vueltas por Macondo.
La novela está atravesada por el desencanto, la soledad, la historia, y algo muy particular, la formalidad. Las formas y los modos cada día remolinean en el solar de las casas de Macondo. Las hojas que cargan la muerta, esa misma que habita en los baúles, en el jazminero, en el asiento cercano al fogón, en la hamaca, en los heridos de la guerra, en el canto de los alcaravanes, en los ojos del niño.
Gracias a las buenas formas, el hijo de Isabel fue vestido con un traje de pana que le incomodaba cada segundo de ese miércoles; Adelaida arregló la mesa por la supuesta visita de un militar esa noche de septiembre; Isabel cosió por semanas su vestido de bodas; el coronel echó de su casa al doctor, luego de enterarse de los encuentros de éste con Meme; en fin, los ejemplos se multiplican si de formalidades se trata en Macondo.
Estas formalidades colombianas que el autor representa, hacen mella en nuestra crianza, pareciera que nos vistieran desde pequeños/as con ese trajecito de pana, incomodo y por demás mortificante, que solo algunos, luego de un proceso intenso, logran quitarse lo que les aprieta por todos lados.
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Es preciosa esa particular forma de narrar. Saltar de un narrador a otro, contar los diversos puntos de vista de una misma situación. Sentir que el tiempo se relentiza.
Quedas atrapada dentro del libro con esos personajes tan cercanos y al mismo tiempo tan irreales, el doctor ahí siempre en ese cuartico, Martín con su saco de cuatro botones, Macondo el pueblo innecesario para la creación.
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