La lectura de Memoria por correspondencia, segundo libro del reto 10 Libros en 2021, inspiró en Juan Hernández Gutiérrez la curiosidad de saber quién era el destinatario de la desgarradora correspondencia escrita por Emma Reyes. En este texto el autor destaca algunos puntos capitales de la obra del confidente epistolar de la artista.
Por Juan Hernández Gutiérrez* [Alemania]
En el libro Memoria por correspondencia, de Emma Reyes, deambula la figura de Germán Arciniegas, al punto de convertirse en la sombra de la artista plástica que nos regaló uno de los más sinceros y desgarradores testimonios de vida de nuestra literatura. Su figura se erige en el texto como el paciente lector de las veintitrés cartas que intercambió con Emma durante tres décadas. Incluso, el destinatario aparece a veces en el relato como un personaje secundario con el cual Emma conversa al inicio o al final de varias de las epístolas. Sin embargo, la sombra de Arciniegas también trasciende el espacio mismo del relato de Reyes, al convertirse en el custodio de su testimonio hasta el día de su muerte, tres años antes de su publicación. Es, pues, gracias a Arciniegas que conocemos este testimonio novelado de una infancia amarga, llena de pobreza y maltrato, en la Colombia de comienzos del siglo pasado.
Sin embargo, tras finalizar la lectura de esta novela epistolar, me surgió una inquietud sobre el confidente y amigo de Emma: ¿quién fue en realidad Germán Arciniegas? ¿Fue tan solo el confidente de las memorias de infancia de Emma Reyes?
Arciniegas, conocido por muchos como “el colombiano universal”, se definió a sí mismo como “un intelectual agitador” con más reconocimiento en el exterior que en su propia tierra (muestra de esto último es, por ejemplo, el hecho de que en muchas ocasiones es más fácil encontrar sus textos en inglés que en español). También fue un hombre longevo: falleció de una neumonía a tan solo seis días de cumplir su centenario, un privilegio de unos pocos.
Más allá de todo ello, Germán Arciniegas fue un hombre de palabra y acción, con muchas facetas a lo largo de su vida: dirigente estudiantil en su juventud, fundador de la primera federación de estudiantes en el país, promotor de la reforma universitaria bajo la influencia del movimiento estudiantil de Córdoba, periodista y fundador de varias revistas culturales, diplomático en América, Europa y el Medio Oriente; congresista y funcionario público durante la República Liberal, exiliado político y detractor de las dictaduras latinoamericanas a mediados del siglo XX; por muchas décadas, docente y conferencista en universidades nacionales y extranjeras; ministro de Educación en dos oportunidades –en las cuales contribuyó a crear el Museo Nacional de Colombia, el Instituto Caro y Cuervo, el Museo de Arte Colonial de Bogotá y la Colección Biblioteca Popular de Cultura Colombiana–, entre muchos otros cargos y honores.
Frente a esta próspera carrera, es claro que el legado más importante de este bogotano, perteneciente a la generación de intelectuales conocida como Los Nuevos, se encuentra en su labor como escritor.
Arciniegas ocupa un lugar tan relevante en la literatura latinoamericana como José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Pedro Uslar Pietri, José Carlos Mariátegui, José Martí o Darcy Ribeiro, todos ellos ensayistas del más alto calibre y americanistas por convicción. De allí que la historia y la identidad latinoamericanas sean unos de los temas más frecuentes en una obra que cuenta con la no despreciable suma de casi setenta libros publicados en varios idiomas, abarcando diversos géneros como el ensayo, la crónica, los artículos de prensa, la biografía, las memorias y hasta la novela.

Una profusa obra
“El hombre de las Américas” plasmó sus ideas sobre la región latinoamericana en muchos textos, entre los que se destacan El continente de los siete colores (1965) y los dos tomos de América mágica (1959 y 1961). Su visión fue criolla, americanista, alterna, distante del eurocentrismo: América Latina vista aquí como un nuevo mundo, un mundo mestizo, resultado del encuentro entre las culturas indígenas, europeas y africanas. Este ejercicio de reflexión fue hecho desde la reconstrucción de los logros intelectuales, artísticos y culturales de los hijos de América que poblaron las tierras del continente, desde el tiempo de los grandes imperios indígenas, pasando por la colonización europea y la independencia mestiza, hasta llegar a las repúblicas de comienzos del siglo XX, su siglo:
En el lenguaje común, un europeo es un europeo, un africano es un africano. Sin embargo, un americano no es siempre un americano. Cuando la gente dice que los americanos son ricos, o que los americanos tienen un ejército que compite con el de Rusia, esto no tiene nada que ver con los paraguayos, una nación pobre, o con los costarricenses, que no tienen ejército. Y, sin embargo, un paraguayo es por lo menos tan americano como un neoyorquino, y Costa Rica fue parte de América un siglo antes de los peregrinos del Mayflower que atracó en Plymouth. Los periódicos en los Estados Unidos se están acostumbrando cada vez más a referirse a los habitantes de “América Latina” simplemente como “Latinos”. Cuando una nueva noticia en el New York Times anuncia que un plan para ayudar a los “Latinos” ha sido elaborado en Washington, todo el mundo sabe que el autor no está hablando sobre los italianos o el francés, el portugués o el español, sino sobre la gente de las repúblicas al sur del Río Grande…** (Arciniegas, 1967).
Lo anterior no lo hubiese conseguido sin una exhaustiva indagación sobre los hechos históricos de la región. Arciniegas no solo reinterpreta la versión oficial de la historia, sino que se preocupa por divulgarla a través del uso de lo que él llamó “la novelización de la historia”, algo similar a lo que hace hoy día nuestra gran Diana Uribe en formato digital. En su libro Biografía del Caribe (1945) hace del Mar Caribe el centro del relato: reconstruye cómo este se configura en el espacio de encuentro de culturas que nos da origen como región, una visión que trasciende las fronteras nacionales y nos inserta en la historia universal. En Bolívar y la Revolución (1984) desmitifica la figura de Bolívar al representarlo como lo que fue, a saber, un guerrero más de la gesta independentista lleno de contradicciones. En Los Comuneros nos presenta una revaloración de la importancia que tuvo el movimiento de insurrección santandereano en la independencia de la América española:
[…]Como telón de fondo del levantamiento de 1810, debemos pues, considerar las revoluciones de la plebe… Es cierto que los comuneros del Paraguay fueron vencidos, como se volvió cuartos a Túpac Amaru en el Perú, como no quedaron en nada los levantamientos de Latacunga en el Ecuador, como Galán (y los comuneros) en la Nueva Granada sufrió un horrendo suplicio, como de las revueltas de Mérida en Venezuela no subsistió sino el doloroso recuerdo. Pero lo que no se perdió fue la esperanza… Su encanto está en que nos familiariza con las manifestaciones infantiles de un proceso que va a terminar con el derrumbamiento del imperio español en América… En Colombia, hasta no hace ochenta años, cuando se estaba más cerca de los tiempos de la revolución, la fecha del levantamiento de los comuneros del Socorro se tenía por fiesta nacional. Luego vino apagándose ese recuerdo para poner todo el entusiasmo en el momento en que aparecen los uniformados, a quienes se señala como padres de la revolución, cuando en realidad no fueron sino los hijos… (Arciniegas, 1992).
Ahora bien, su libro más conocido, Entre la Libertad y el Miedo (1952), fue traducido a varios idiomas y lo convirtió en el primer escritor colombiano más famoso de la historia, años antes de que Gabriel García Márquez le arrebatara ese lugar. Entre las diecinueve crónicas que componen este texto, “el exiliado americanista” denuncia la ola de represión y miedo que azotó la América Latina de mediados de siglo a manos de caudillos de todo tipo: Juan Domingo Perón, Laureano Gómez, Manuel Odría, Rafael Leónidas Trujillo, Anastasio Somoza, entre muchos otros. Ninguno de ellos sobrevive a la afilada pluma de Arciniegas, quien además de defender las ideas de democracia y libertad a lo largo del texto, también reconstruye la historia de cada uno de los países de la región.
[…] una gran conspiración contra la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos tiene lugar en América Latina […]. Lo que ocurre en América Latina es, o debe ser, una preocupación tanto para el resto del mundo como para los latinoamericanos […]. El mundo sabe casi nada de lo que ocurre en América Latina. Brasil o México reciben poca atención en las noticias, Ecuador o Uruguay ninguna en absoluto […]. Desde un punto de vista puramente material, lo que Argentina representa en carne y cereales, Bolivia lo representa en estaño, Chile en cobre, Venezuela en petróleo y Brasil en frutas tropicales. Colombia es el centinela del Canal de Panamá, México la gran región indio-española de Norte América […]. Un inmenso número de más de ciento cincuenta millones de latinoamericanos es gobernado por hombres fuertes que han abolido la libertad de expresión en sus territorios […] ¿Cuánto tiempo puede durar un orden así impuesto? Un gobierno mantenido por el terror está asentado sobre un polvorín […]. Existen dos Américas Latinas, una visible y oficial, la otra invisible y no oficial[…]. La América latina invisible es el espíritu liberal que habita en las mayorías oprimidas […] incluye las multitudes que no pueden expresarse libremente […] (Arciniegas, 1952) .
Sin lugar a duda, Entre la Libertad y el Miedo es uno de los mejores libros escritos sobre política latinoamericana en el siglo XX: no solo retrata la historia republicana (hasta mediados del siglo XX) de la región, sino que también plasma críticas duras a los líderes del momento que le valieron la censura en varios países, incluyendo a Colombia, razón que lo obligó a emigrar hacia los Estados Unidos como docente universitario.
¿Qué nos queda entonces de Germán Arciniegas? Aparte de su tumba en el cementerio central de Bogotá, un modesto busto en la Biblioteca Nacional y ser el mecenas de la publicación de Memoria por correspondencia, Germán Arciniegas, el colombiano más latinoamericano que he leído, nos deja una monumental obra literaria y periodística que lo encumbra como uno de los intelectuales más importantes del siglo XX en nuestro país. Sus textos nos permiten entender y comprender el pasado, el presente y el futuro de nuestro continente mestizo, este “continente de los siete colores” laboratorio de la democracia republicana y panteón de los imperios de ultramar, que algún día cesará de vivir “entre la libertad y el miedo”.

*Juan Hernández Gutiérrez es politólogo colombiano y reside en Alemania. Disfruta de la lectura, en especial si es latinoamericana. Dice que también le gusta escribir, en particular historias enfocadas “los ofendidos y humillados en las periferias de este nuevo mundo feliz globalizado”. Es miembro del Club de Lectura desde noviembre de 2020.
** Esta y las demás traducciones del inglés al español que aparecen en el texto son del autor.
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Referencias en el texto
- Arciniegas, G. (1952). The State of Latin America. New York, USA: Alfred A. Knopf.
- Arciniegas, G. (1967). Latin America: A Cultural History. New York, USA: Alfred A. Knopf.
- Arciniegas, G. (1992). Los comuneros. Biblioteca Ayacucho.