«Los cristales de la sal»: romper el espejismo de San Andrés


¿Qué tanto sabes de lo que se vive en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina? La literatura colombiana es una de nuestras excusas para estudiar juntos la historia y la realidad de todas las regiones de nuestro país. Durante el mes de mayo, como parte del Plan lector 2024, en Diario de Paz Colombia invitamos a leer una novela (en parte) autobiográfica que sucede en la isla de San Andrés. Compartimos aquí una breve reseña sobre la obra y te invitamos a leer o escuchar el comienzo siguiendo este enlace. 🤓📚👌🏽

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“Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira”.

Este fragmento del hermoso poema de Ramón de Campoamor, Las dos linternas, es el aperitivo perfecto para ese plato fuerte que es la novela Los cristales de la sal de la escritora isleña Cristina Bendek. En esta novela, los cristales son componente primordial de ese entramado que rompe en mil pedazos el espejismo que tenemos los continentales sobre un paraíso llamado San Andrés.

Los cristales son parte fundamental de la narración, la vida de la protagonista es agridulce, como lo es también la de los habitantes del archipiélago del mar de los siete colores. Una ruptura amorosa marcará el retorno a la tierra que la vio nacer. Saborearemos la sal de las lágrimas y del agua de mar, pero anhelaremos también esos dulces cristales traslúcidos, indispensables para ganarle la guerra a la diabetes.

“Tengo el pulso acelerado, la glucosa debe estar por debajo de 130 miligramos sobre decilitros y por encima de 70, o puedo desmayarme», el credo, el credo otra vez. Todo estará bien, pienso, calculo que son como tres raciones de carbohidratos lo que tengo y que debo estar ligeramente por debajo de 90, así que van unas seis unidades de insulina con el pinchazo en el abdomen. Si me paso, se me bajará demasiado la glucosa, si no me inyecto lo suficiente, subirá como esa horrible nube. Mastico la torta que ya es más como un puré tibio entre el papel aluminio…”.

Con esta obra, Cristina Bendek (1987) fue reconocida con el Premio de Novela Elisa Mújica 2018 de Idartes y Laguna Libros.

El regreso al primer hogar dará inicio a la búsqueda de las raíces, al descubrimiento de los vínculos con la isla, a desvelar que todos saben más de ella, que ella misma. El conocimiento del pasado evidenciará que en muchas formas, solo las mujeres son raizales, y, que sin importar la época, los hombres son los aventureros venidos del mar.

—¿Sabe que tu tatarabuelo firmó para la creación de la Intendencia? —pronuncia las cuatro últimas palabras haciendo una mímica como de dirigir una orquesta—. Miss Becca, su esposa, di sad uman… Dicen que no dejaba que estuvieran sus hijas cerca de él, porque él era un obiá —hago cara de no entender y ella se detiene—, …gyal, un obiaman, un brujo —y calla, yo me timbro y abro los ojos como quien escucha un estallido”.

Los cristales también pueden ser fuente de acordes musicales y, a medida que leemos, nos dejamos arrastrar por ese lenguaje universal que es la música. Ritmos con raíces africanas, entonados en creole, la lengua propia del archipiélago. Melodías del reggae, en el inglés que también dominan los raizales, o bailes amenizados por tambores y maracas, nos incitan a mecernos, a dejarnos ir.

“I’m a rebel, soul rebel!, suena del bafle gigante una voz femenina, un reggae que reconozco desde adentro se me sale, suavecito, desde la cintura”.

La música relaja y suaviza los problemas diarios que escapan a la vista de los turistas, esos extraños invasores, en parte causa de los males; turistas que llegan solos o por oleadas, en los famosos planes de cuatro noches y cinco días que ayudan a promocionar la isla.

“Tampoco me había sentido más feliz, estar, solamente estar, eso me satisface. Pienso eso y enseguida percibo un olor a física mierda.
—¿Qué es este olor? —digo y señalo hacia la boca circular del alcantarillado, de la que rebota una nata espesa café verdosa.
Siento una arcada ligera, Nard suelta un ¡ji, ji, ji!, y niega con la cabeza, mientras pasa la pierna al otro lado del asiento de la RX 200 naranja.
—Ay, ay, miss Baruq, ¿no te acuerdas que eso siempre ha sido así? Este es el olor de la temporada alta”.

El paraíso sucumbe ante la peste humana, los problemas terrenales se abaten sobre esa ínsula que naufraga entre sus propios pecados. La corrupción corroe peor que el salitre y nos deja ver esa cara descarnada de una San Andrés no tan soñada. 

“La plata de los colegios se la roban personas de nombre y apellido, hasta con dirección registrada en la noósfera, ahora en la esquina roban desescolarizados descalzos, ¿qué saben ellos sobre las razones que los condujeron a ese desprestigio? El futuro, la visión del lumpen, tiene una extensión corta. El hambre es inmediata, la rabia no deja pensar. El odio aprieta el gatillo”.

Ya en 2017 Cristina Bendek, en una publicación en el diario El Isleño, dejaba ver las primeras capas de las que se compone su novela. Los cristales de la sal marina, se van formando en la medida que se evapora el agua, de igual forma, mientras leemos  van desapareciendo los espejismos creados en torno a San Andrés,  y emergen con violencia los problemas reales que afectan por igual a  pañas, raizales, turcs, champes y continentales. Premonitoriamente concluía ella, algo en lo que podemos coincidir  al llegar a la última página, sólo una catástrofe que reparta males en todos los niveles y a todos los colores, puede abonar el terreno para sembrar de nuevo.

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Ingeniero de sistemas apasionado de la lectura. Mi papá acostumbraba a leer novelas de bolsillo, las que más le gustaban eran las de vaqueros, primero se quedaron en mi memoria los nombres de Keith Luger, Silver Kane y Marcial Lafuente Estefanía; antes que los de Garcia Márquez o Rafael Pombo. Los mundos que descubría a través de cada página tan solo avivaban el deseo por leer más y ahora después de tanto tiempo el fuego no se extingue.

Un comentario sobre “«Los cristales de la sal»: romper el espejismo de San Andrés

  1. Gracias por ese pedacito de cristal no tengo como conectarme$$$$£pero disfruto a mil las migajas de literatura que arañó cada dia a mi Internet …..de la obra: un abrebocas cautivador nada más sano que volver,es un encuentro con nuestros fantasmas y lis de nuestros ancestros psra reconocernos a nosotros mismos un abrazo y nuevamente gracias.

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