El reto lector 10 libros en 2020 está sirviendo de excusa para que cada vez más personas se reúnan a leer y conversar sobre las obras elegidas. Así lo hicieron un grupo de lectores en la Biblioteca Familia Raizal en Medellín. Conoce su experiencia, su plan de lectura y sus aprendizajes en este artículo del especial Leer para entender La vorágine.
Por Yanix García Rodríguez*
Soy bibliotecóloga –y claro–, me encantan los libros. Crecí en un barrio popular de Medellín y desde chiquita conocí la violencia y el sonido de las balas. En medio de todo, mis papás hicieron una mini habitación donde montaron una estantería con tablas y cabuyas. Allí, mi mamá nos leía en las noches difíciles y era nuestro refugio cuando había balaceras. Desde entonces las bibliotecas ocuparon un lugar en mi corazón, son el lugar al que pertenezco.
Quizás es por eso, por mi pasado, que decidí estudiar bibliotecología, una profesión que me ha cambiado la visión del mundo: imagina lo que sucede dentro de uno cuando los libros se convierten en un universo en el que caben todos, un espacio en el que todos los mundos son posibles.
Descubrir el Club de Lectura de Diario de Paz Colombia ha sido emocionante. Creo que este tipo de proyectos democratizan el conocimiento, llevan el saber y el sabor de la experiencia individual al mundo, permiten mostrar esa otra Colombia en la que lo hermoso emerge de lo complejo, un país que despierta del dolor.
Como en febrero estamos leyendo La vorágine, quiero contarles mi experiencia de lectura desde mi profesión de bibliotecóloga y mi condición de lectora. Y es que leer La vorágine ha sido una experiencia increíble. En varios puntos, cuento qué fue lo que hicimos.
Nuestro encuentro alrededor La vorágine
1. Adoptamos este reto lector
En la Biblioteca Familia el Raizal, David Palacio Obando, quien se desempeña como bibliotecario y yo, nos hemos enamorado del libro, del proyecto, por este motivo decidimos hacer algo más que leerlo. Hemos invitado a familiares, amigos y, en ejercicio de nuestro rol de bibliotecarios, invitamos a nuestros usuarios.
2. Hicimos un llamado a participar
Después de elegir una fecha y hora, al momento de convocar al encuentro, nos pusimos tareas. David hizo el voz a voz, invitó a todos los usuarios frecuentes y yo diseñé el afiche que pegamos en la entrada de la biblioteca. Difundimos en redes sociales y con nuestro círculo de amigos. Y la comunidad acudió al llamado.
3. Así fue nuestro encuentro
El lunes indicado, a las tres de la tarde, fueron llegando los participantes. La mayoría de los asistentes éramos jóvenes entre los quince y los veinticinco años, pero hubo espacio también para adultos y adultos mayores.
Empezamos con una conversación sobre la violencia implacable y vigente en la historia de nuestro país. Luego nos dejamos llevar por la atmósfera que poco a poco se fue gestando entre nosotros gracias a las letras de José Eustasio Rivera.
Leyendo la primera parte del libro, recuerdo que una señora –la persona mayor en el encuentro– dijo que le encantaba este espacio y comentó que había leído el libro estando en el colegio, pero «cuando uno es joven, no para bolas», dijo. Después nos leyó en voz alta y ¡nos dejó encantados! Con su voz hizo suya la historia.
Naturalmente, había personas que no conocían nada de la obra y este fue su primer acercamiento. Pero funcionó perfecto: leímos con paciencia y quienes ya la conocíamos entendimos nuestro compromiso y disfrutamos mucho el rol itinerante que nos correspondió.
En medio de la conversación nos reíamos mucho porque algunos decían cosas como: «¡Mirá éste tan conchudo!», cuando la pobre Alicia se convirtió en un grillete, o «¡Ah, ahora dizque sí la quiere!», cuando Arturo se sintió héroe.
Concluimos el encuentro comentando lo lindo que se describen en el texto las situaciones comunes y corrientes; cómo puede valorarse, por ejemplo, un amanecer «cuando se ve con los ojos de la esperanza» y desde un lugar diferente. «Ese coágulo de rubí y esa alegría por el sol…”, escribía Rivera, ¡y nosotros aquí quejándonos por este calor!
Y así, entre el clima literario y el clima de ese instante, en este lugar, la biblioteca, sentimos que el tiempo fue un suspiro. Transcurrió tan rápido…
4. Compartimos una edición especial
Las ediciones que compartimos fueron las que teníamos en la biblioteca, también algunos de los participantes descargaron el ejemplar digital desde el OPAC del Banco de la República.
Sin embargo, como queríamos vivir un encuentro diferente decidimos llevar la edición de EditorSPatiño, todo un viaje visual gracias a la fotografía de Sylvia Patiño, en una inmensa edición.
5. Queremos repetirlo
Estamos felices porque una experiencia así, compartida, siempre tiene un tinte de gratitud y satisfacción que nos llena el corazón.
Después de esta experiencia, todos quedamos encantados, tanto así que los asistentes desean repetir este maravilloso acercamiento y solicitar el préstamo del material de lectura en nuestra biblioteca.
Encontrarse para leer: toda una experiencia
Creo que compartir la experiencia de leer, de comentar percepciones y aprender del otro, en este sentido, siempre va a hacer que el viaje personal sea diferente. Tener la oportunidad de encontrarse siempre va a ser enriquecedor, edificante. Es especial no quedarse en la idea de hacer un encuentro presencial, hay que materializarlo.
Por este tipo de espacios elijo todos los días mi profesión, porque la lectura y las bibliotecas han hecho mi mundo diferente, y quiero compartirlo.
* Yanix García Rodríguez es estudiante de Bibliotecología en la Universidad de Antioquia, promotora de lectura itinerante y mamá de Marcos y Miguel Ángel.
Para conocer más sobre la Biblioteca Familia El Raizal en Manrique, Medellín, puedes seguir este enlace.
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Me encanta leer palabras escritas con el corazón. Felicitaciones por tu labor y por ser mamá de dos maravillosos ejemplares.
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