La Casita Rural abrió sus puertas por primera vez en marzo de 2013. Pasó de ser una taberna en una vereda, a un espacio educativo y cultural que busca complementar la educación básica de los niños del campo. Esta es la historia de quienes creen que la vida rural merece atención y que la educación puede transformar vidas. Parte del especial Lecto-escritura para la paz.
Cada año comienza un taller de lecto-escritura para niños en La Casita Rural. Este espacio cultural está ubicado en la vereda La Porquera del municipio de San Vicente Ferrer, Antioquia, a una hora de Medellín por la autopista a Bogotá. En medio de cultivos de fresas, principal producto de la región, y diagonal al único colegio de la zona, está esta casita llena de libros, cuadernos y, con frecuencia, de niños escritores.
«Queremos que se crean el cuento de que pueden ser escritores; de que puedan explorar versos, canciones, cuentos», explica Diana Londoño, quien fundó la Casita Rural hace seis años.
Transformar una casa en un centro cultural
Diana Londoño nació en Medellín, Colombia, y vive en Holanda. Cuando era niña, sus padres la llevaban cada fin de semana a esta vereda en San Vicente, y allá se encontraba siempre con sus amigos del campo y con esa casita, utilizada primero como depósito de objetos y luego como taberna.

Con los años, Diana vio que su vida y la de sus amigos tomaban rumbos muy diferentes: mientras que ellos sólo estudiaron hasta quinto de primaria, ella, que estaba en Medellín, terminó el bachillerato, hizo una carrera universitaria y luego un doctorado. La casita rural, por su parte, seguía ahí.
Un día Diana decidió hablar con sus padres para que donaran este espacio. Luego arreglaron los techos, taparon las goteras, cambiaron el piso de tierra y pusieron ventanas. Con apoyo de amigos y organizando eventos pequeños como ventas de empanadas, Diana convirtió la casita en una biblioteca y, a su vez, en un centro cultural.
“Yo quería construir una biblioteca y, a la vez, ayudar a la escuela de la vereda a hacerlo mejor”, cuenta Diana, quien desde Holanda coordina las actividades académicas y artísticas, y las diferentes estrategias para conseguir fondos.
Cuando Daissy Pérez Ospina, comunicadora audiovisual de la Universidad de Medellín, fue a hacer una nota periodística, terminó enamorada de la casita. Ahora coordina el proceso de lecto-escritura con los niños. Lo mismo le pasó a su hermana, una bailarina que ahora lidera el proceso de danza.
El propósito de apoyar a los maestros rurales en educación básica ha llevado a la Casita Rural a implementar programas de música, danza-teatro y lecto-escritura. Cada proceso es apoyado por una profesora diferente.
La escritura como ejercicio para reconocerse
Para Daissy Pérez, brindar conocimiento es necesario en un escenario como Colombia donde se quiere salir de la guerra. La educación debe ser la bandera porque abre caminos y aporta al desarrollo.
En medio del proceso de lecto-escritura surgió del deseo de oír a los niños y de propiciar un espacio para reconocer su entorno. Entonces, entre todos, escribieron el libro Te cuento mi historia, en el que se reúnen historias de lo que les pasa en el colegio, en sus familias, en las veredas. Este libro se publicó en el año 2016 con apoyo de una beca de la Gobernación de Antioquia.
En Te cuento mi historia está el resultado de un proceso de catorce domingos, en el que los niños de las veredas La Porquera, San Luis y San Antonio recibieron talleres de escritura y lectura en voz alta. En sus relatos se pueden leer diferentes emociones frente a un mismo referente, por ejemplo, la iglesia o la escuela. Mientras para unos niños la escuela representa la posibilidad de juego o la alegría, para otro representa el hambre.
«Buscamos hacer un libro tan especial como las historias que ellos escriben, de tal manera que nunca se les olvide esta primera experiencia y la puedan recordar durante su vida», comenta Diana.
En medio del proceso de escritura, también se trabajó la expresión corporal, por ejemplo, cómo leer narrando. En el siguiente video, el niño Jaider Franco Cárdenas, comparte su cuento «El congreso de la caporférica»:
Publicación de Silvestre, un segundo libro
En 2017 el proyecto de la Casita Rural fue publicar y vender un segundo libro escrito por los niños. El propósito es que, gracias a este, este espacio cultural sea autosostenible durante un año más. El título del libro es Silvestre.
“La inspiración para ese libro fueron los mismo niños del campo, ellos crecen silvestres. Entre todos ellos construyeron el personaje del libro: un héroe que responde a la pregunta: ¿cuándo somos héroes en lo cotidiano?”, concluye Diana. Para ella, este libro también ha permitido hacer de la escritura un punto de encuentro. [Lee: Silvestre, el libro escrito por niños que Colombia debe conocer]
Tú también puedes apoyar el proyecto social de La Casita Rural. Así puedes hacer parte de esta iniciativa:
- Visita su página web: http://casitarural.org, contáctalos por Facebook o escríbeles a casitarural.org@gmail.com
- A través de donaciones económicas
- Aportar con tus conocimientos. Puedes crear y liderar un taller de un día en tu especialidad.
- Compra el libro Silvestre, para leer y para regalarlo.
- Descarga el libro Te cuento mi historia y comparte esta experiencia inspiradora en tus redes sociales. Puede ser información de utilidad para otros colombianos que quieran aportarle a la construcción de paz en el país desde la educación en comunidades rurales.
Fotos: Cortesía La Casita Rural y video Te cuento mi historia en la Casita RuralSi quieres conocer más historias e iniciativas sociales como esta, te invitamos a leer:
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4 comentarios sobre “La escritura como oportunidad social en San Vicente, Antioquia. Caso: La Casita Rural”