Diez puntos clave para conocer más a fondo la historia del Caquetá. Entrevista con Estefanía Ciro


Estefanía Ciro es economista, maestra en historia y doctora en sociología. Nació en el departamento de Caquetá, Colombia, y vive en México. Este artículo es el resultado de una larga entrevista sobre la vida en Caquetá durante el conflicto armado colombiano, parte del especial Ser joven de paz en Caquetá, realizado en colaboración con la Asociación de Jóvenes por Rionegro, Asojorio. (Foto: Ana María Rodríguez @amariarv)

Durante los últimos diez años, la académica caqueteña Estefanía Ciro ha estudiado la historia del Caquetá y, en particular, la vida de los campesinos y campesinas que han cultivado coca. Concentrada en temas como la economía de drogas, la sociología rural y la construcción del Estado colombiano, Estefanía está comprometida con las comunidades campesinas de la Amazonía colombiana y tiene una inquietud especial por la participación de las mujeres en la toma de decisiones.

Estefanía es fundadora e investigadora del proyecto A la Orilla del Río, y en los dos últimos años ha hecho seguimiento a la implementación del Acuerdo de Paz en el departamento del Caquetá.

El siguiente texto presenta algunos puntos claves para conocer al Caquetá, su historia, conflictos y búsquedas de paz. Está dividido en diez secciones y es el resultado de una entrevista con Estefanía Ciro, con investigación bibliográfica de apoyo. Las descripciones de cada uno de los puntos están en la voz de esta académica caqueteña.

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1. Campesinos huyendo de La Violencia

Para entender lo que está sucediendo hoy en el Caquetá y en la Amazonía colombiana es necesario considerar las dinámicas de colonización. Estas dinámicas fueron muy fuertes en la época del caucho, pero el boom principal fue de los años cincuenta en adelante. 

Ese boom tiene varias raíces: un interés de las élites huilenses por estas tierras y una conversión de las caucherías a ganaderías, en particular a ganadería extensiva.

Pero estas dinámicas también se empatan con todo lo que implica la guerra, empezando con La Violencia. Cuando uno va a hablar con los campesinos del Caquetá, muchos de ellos, o sus padres, llegaron a esta región huyendo de la violencia. Se trata de campesinos desplazados. Algunos de ellos vieron aquí una opción de tierras; otros, una opción de vida, de salvación, porque venían perseguidos. [Conoce la historia del campesino afro Yuber Balanta]

En esa dinámica de ebullición, entre latifundistas y ganaderos, se encontraron campesinos de todo el país, del Tolima, del Huila, de Antioquia, que buscaban tener su propia tierra.  

2. La colonización dirigida

Parte del proceso que se dio para obtener las tierras se conoce como la colonización dirigida. Esto es muy importante porque son justamente esos vicios del proceso colonizador los que van a marcar la pauta para la entrada de la coca en la década de los años ochenta.

Por esos años empezó a cocinarse una cantidad de cosas en este territorio (que no es homogéneo), un proceso que Darío Fajardo llama “migración-colonización-conflicto-migración”: campesinos que llegan a hacer unas mejoras –desmontes de la selva–, abren selva, comienzan a cultivar su yuca, su plátano.

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3. La ganadería extensiva

Pero eso cultivos no les rinden sino dos, tres años. La tierra tiene unas condiciones específicas de infertilidad que impiden que siga produciendo; eso, unido a la falta de acompañamiento en la construcción de un mercado, a la falta de vías, de presencia institucional.

Entonces los campesinos tienen que seguir migrando. Migran y migran y van abriendo selva. Y detrás de ellos vienen los latifundistas, los grandes ganaderos apropiándose de tierras.

No es casual que una de las fincas ganaderas más representativas del país haya sido la Hacienda Larandia, bastión histórico de lo que representó la ganadería en esta región.

4. Los años setenta

En contraposición a una crisis muy fuerte del pequeño y mediano campesino colonizador, en los años setenta empezaron a crearse las grandes propiedades.

Los campesinos, por su parte, fueron formándose políticamente, primero por la iglesia (con los consolatos y los capuchinos) y, segundo, por la migración política de las Farc, quienes llegaron al Caquetá en las columnas en marcha y encontraron allí un espacio para hacer política.

Comienza a suceder que este ya no es un campesinado desorganizado, sino que es el momento en el que surgen juntas de acción comunal, personerías jurídicas, asociaciones que están llevando al estado allá –adonde antes había estado, pero de una manera diferente.

En los años setenta se dan unas fuertes luchas y paros campesinos en el Caquetá, buscando cosas básicas: salud, electrificación, créditos, formalización de tierras.

5. La coca y la cocaína  

Para saber cómo llegó la coca comercial al Caquetá, hay que tener presentes algunos datos. Hay 250 especies de coca, aproximadamente. Se cree que la coca está en la Amazonía desde hace más de ocho mil años. La coca ha sido un eje fundamental para la cosmogonía de los pueblos amazónicos colombianos. Tanto el ambil como la coca son parte central de la relación de las comunidades indígenas con la tierra y su organización como nación.

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De esas 250 especies de coca, solo de catorce se puede sacar el alcaloide cocaína. Este alcaloide fue aislado por primera vez en 1850 y luego fue comercializado por la farmacéutica alemana Merck KGaA. Para su producción en Perú participaron activamente las élites peruanas. 

En 1920 se creó una ley en Colombia que “inventó” el narcotráfico e hizo del consumo, producción y tráfico de sustancias un delito. La coca estaba en la región amazónica desde siglos atrás, pero en la década de los años ochenta llegó la cocaína a Colombia, que es enseñar a los campesinos a aislar el alcaloide. Un alemán, incluso, fue quien llegó a Colombia a enseñar a hacer laboratorios caseros.

6. Se funden dos guerras en una

La guerra contra las drogas y la guerra contra las guerrillas comienzan a fundirse en una sola guerra. Es la época del Estatuto de seguridad del presidente Julio César Turbay (1978-1982), un decreto que dispone que las Fuerzas Armadas deben combatir al “enemigo interno” que amenaza los “intereses nacionales”. Y viene lo que se llama la guerra del Caquetá. Las Farc tienen presencia significativa en la región y el movimiento guerrillero M-19 funda el Frente Sur.  

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Al mismo tiempo que llega la coca comercial a la región, se hace más fuerte la lucha anti-insurgente en Colombia. Llega la coca. Y llega la guerra. Llega la guerra primero como un ejercicio contrainsurgente muy fuerte, en contra de las Farc y el M-19. El ejército empieza a hacer mayor presencia en la región, mientras que se vive un conflicto latente entre campesinos y latifundistas. Lo que comienza a suceder es el caldo de cultivo de lo que vivimos ahora. Empiezan los años de una guerra (política, ideológica) entre narcos, paramilitares, guerrilleros, campesinos, todo.

A los militantes del M-19 los sacan de la región y los desaparecen. Después se firman los tratados de paz, durante el gobierno de Virgilio Barco, con el M-19, el Quintín Lame y una fracción del Epl.

Quedan las Farc y entonces hay enfrentamientos directos entre la guerrilla, el paramilitarismo y los narcotraficantes. Estos últimos, dueños de famosos cristalizaderos como Tranquilandia y Ciudad Yarí, entran en conflicto con las Farc por control del territorio y por todo lo que implica la economía de las drogas.

Los ochenta son una década sumamente violenta en el país y en el Caquetá, época en la que surge lo que Renán Vega llama: narcoguerra contrainsurgente, un momento en el que se funden las dos guerras: la guerra contra la guerrilla y la guerra contra las drogas. Esta última se convierte en un tema central de la agenda con Estados Unidos en la región. Desde aquí se empieza a usar el término narcoterrorista.

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7. Colombia, principal productor de coca del mundo

A raíz de esa guerra contra las drogas, el cultivo de coca cae en Perú y Colombia se convierte en el principal productor de hoja de coca en el mundo.

En los años noventa se vive, además, la intensidad del conflicto con la crisis de las negociaciones del gobierno y las Farc en San Vicente del Caguán, y con el genocidio de la Unión Patriótica. Las Farc se vuelven más radicales y el ejército genera aún más represión y hostilidad contra los campesinos.

Desde el año 1986 hay reclamos de los campesinos cocaleros diciendo que necesitan que se vaya el ejército y que les traigan soluciones al desarrollo rural. Justamente las mismas demandas que hicieron en el 86 las hicieron en el 96 y están plasmadas en el Acuerdo Final de Paz.

También la guerrilla se hace mucho más violenta con quienes se les oponen, y se enfrenta directamente a las elites políticas; asesina por ejemplo a los Turbay Cote y a tantos periodistas.

Y en el año de 1996 se da el gran hito de las marchas cocaleras en el río San Pedro, en Montañita y en Belén, y también en el Putumayo y Guaviare. Los campesinos reaccionan frente a las fumigaciones y cierran las vías que comunican a Florencia con los pueblos. En el año de 1998 comienzan las negociaciones de San Vicente del Caguán.

8. Coca: oportunidad y condena

En el proceso de producción de la cocaína, los campesinos se han encargado de tres partes: el cultivo, la raspada y el procesamiento.

Lo que a los campesinos les da dinero es la posibilidad de darle valor agregado a la hoja, es decir, hacer la pasta base. Ellos no pueden cargar cincuenta bultos de yuca, de plátano, eso les cuesta muchísimo moverlo, además las condiciones de las vías son terribles. Nada compite con un kilo de pasta base.

Es muy importante que quede claro que esta es una actividad campesina. Los campesinos cultivan, contratan quien raspe, raspan ellos o sus hijos, y hacen el procesamiento en lo que llaman “laboratorios, cocinas”.

En el boom de los ochenta, los campesinos salían de sus cultivos con sus mochilitas y se iban a los caseríos donde había mesas con compradores. Allá entraban y vendían

Lo que sucede a partir de allí depende del territorio, de la época y del momento. Ubiquémonos por ejemplo a finales de los años noventa. Hay territorios cocaleros que están en zonas de influencia de las Farc y otros en zonas de influencia de los paramilitares. Los dos actores armados actúan de manera diferente. La guerrilla controla precios, controla la entrada de compradores, cobra un gramaje de impuesto a los que entran a comprar.

Y lo que muestran algunos estudios es que los paramilitares les pagan menos a los campesinos, e incluso usan la violencia y la coerción de una manera mucho más fuerte. Básicamente la pelea que ha habido en Colombia es por estos territorios; los paramilitares entran en el año 2002 justamente a pelear para adueñarse de ellos.

Esto se incrusta en un momento histórico delicado. Aunque se firmó en 1998, en el año 2002 comienza la era del Plan Colombia y es cuando más dura se hace la guerra, en medio del ejercicio del Plan Colombia, Plan Patriota y Plan Consolidación.

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9. El Estado en Caquetá

A grandes rasgos, el departamento del Caquetá se divide en el norte, el centro y el sur. Estas “subregiones” son diferentes en términos políticos, productivos de organización social.

Lo que trae la coca es, primero la solución a un problema de desarrollo rural muy serio. Desde hace décadas, los campesinos han dicho que quieren sustituir, reemplazar la coca, pero a cambio de unos compromisos reales. El punto es que esa sustitución implique formas alternativas de vida legal, digna, pero eso aún no existe. El Estado no se ha comprometido con eso ni le ha interesado solucionarlo.

Sin embargo, no se puede hablar de “ausencia del Estado”, pues su presencia ha sido activa desde principios de siglo. Lo que hay es un tipo de presencia particular basado en lo asistencialista y en lo penal.

En los años noventa, las Farc pasaron de un apoyo político y organizativo de masas a un control más policivo, porque En estos contextos donde la policía no funcionaba y no operaba, alguien tenía que regular los intercambios, los contratos, los pagos, las riñas.

Por un tiempo y en algunos territorios hubo inspectores, pero en los ochenta y noventa, los grupos armados los sacaron. Pudieron sacar también a la policía, pero en el departamento está la base militar de Tres Esquinas –que tiene los sistemas de información y radares más grandes de América Latina. Tenemos también La Arandia, que es una base militar enorme, con presencia ambas de Estados Unidos.

10. Ser campesino en Caquetá

Hay que reconocer que muchos de los campesinos cultivadores de coca también son campesinos desplazados constantemente, los sacan de un lado a otro. Hay unos que han sido desplazados por todos los actores armados, entonces se fueron moviendo por todo el Caquetá, viendo por donde iba funcionando y por donde no.

El contexto de guerra, la ilegalidad y la dinámica del nómada han marcado la vida de muchos campesinos. Por eso creo que es importante desactivar todas las formas de estigmatización que aún se mantienen sobre estas poblaciones y estas regiones. Me refiero a la estigmatización de siempre: que son guerrilleros/guerrilleras o títeres. Además, una nueva estigmatización: la idea de que a los campesinos hay que “educarlos en la paz”, “enseñarles la paz”, casi que llevarles la civilización y la ley, la modernidad y la industria, pero, ¿acaso se les escucha?

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Para devolverles la dignidad a los campesinos hay que oírlos. Eso redunda en la capacidad que ellos tengan de hablarle al Estado, a la gente de afuera. 

El campesino cocalero es un campesino que decidió quedarse en la tierra, que decidió evitar desplazarse a la ciudad. Hay que reconocer esa apuesta por quedarse, así sea viviendo de una planta tan problemática para ellos como la coca.

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Esta entrevista hace parte del reportaje Así fue la historia de la coca en Caquetá. Tres voces desde el territorio. Su escritura fue posible gracias a la disposición de la investigadora Estefanía Ciro y al apoyo de los integrantes de la Asociación de Jóvenes por Rionegro, Asojorio, quienes hicieron el contacto inicial con Estefanía en México.

Entrevista, transcripción y edición: Koleia Bungard. Foto: Ana María Rodríguez @amariarv

Conoce A la Orilla del Río, un proyecto que busca fortalecer y dinamizar la opinión pública; hacer investigación de la región desde la región, y hacer acompañamiento a las comunidades rurales y a las organizaciones sociales.

Lee el reportaje completo: La historia de la coca en Caquetá

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