Con los lentes de la biología, la lectura de La vorágine adquiere una dimensión especial. En este artículo, la bióloga colombiana Juliana Soto-Patiño comenta algunos aspectos y descripciones que resaltan la biodiversidad como tema recurrente en la novela. Un contenido de la serie Leer para entender La vorágine del Club de Lectura Virtual.
Por Juliana Soto-Patiño*
La vorágine es una travesía geográfica por los Llanos orientales de Colombia y por la selva amazónica. A pie, a caballo, en curiara, los lectores recorremos variedad de ecosistemas terrestres y acuáticos, escenarios que nos permiten descubrir la heterogeneidad de paisajes en la inmensidad de esos llanos y de la selva.
Los morichales, los caños, las sabanas, los esteros, las matas de monte, los serpenteantes ríos amazónicos, los árboles imponentes, los siringales, son algunos de los destacados.
A través de su narración, José Eustasio Rivera nos conecta con particulares características de estos escenarios, incluso, nos acerca a una apreciación íntima de la naturaleza, a seres que habitan estos territorios.
Por ejemplo, inseparables de los paisajes llaneros, se encuentran diversas especies de aves que, con sus formas, colores, sonidos y comportamientos, deslumbran a quien recrea en su imaginario o rememora bandadas de garzas, corocoras, ibis y patos revoloteando sobre cielos turquesa.
Tan detallada es la apreciación del autor, que describe como un naturalista poético, detalles de índole morfológica y ecológica de las especies, como en este fragmento de la segunda parte de la novela:
“Pensativo, junto a las linfas, demoraba el garzón soldado, de rojo quepis, heroica altura y marcial talante, cuyo ancho pico es prolongado como una espada; y a su rededor revoloteaba el mundo babélico de zancudas y palmípedas desde la corocora lacre, que humillaría al ibis egipcio, hasta la azul cerceta de dorado moño y el pato ilusionante de color rosa, que en el rosicler del alba llanera tiñe sus plumas. Y por encima de ese alado tumulto volvía a girar la corona eucarística de garzas, se despetalaba sobre la ciénaga, y mi espíritu sentíase deslumbrado, como en los días de su candor, al evocar las hostias divinas, los coros angelicales, los cirios inmaculados.”
El garzón soldado, cuyo nombre científico es Jabiru mycteria, es la cigüeña más grande del Nuevo mundo y es una de las aves emblemáticas de los humedales de América, desde Yucatán hasta la pampa argentina. Como se alimenta principalmente de peces y anguilas, muchas veces se posa junto a los humedales, inmóvil, atenta, en espera para lograr la caza exitosa de sus presas, las cuales atrapa con su pico “prolongado como una espada”.
Esta cigüeña cohabita con otras especies de aves acuáticas que dependen de los humedales para obtener su alimento como las mencionadas por Rivera en este fragmento: la corocora (Eudocimus ruber), el ibis egipcio (Mycteria americana), la cerceta, el pato ilusionante de color rosa (prob. Platalea ajaja) y las garzas.
En el siguiente párrafo de esta descripción minuciosa que hace Rivera del escenario a donde fueron Arturo Cova y los demás en búsqueda de las “plumas ambicionadas” para ser vendidas o truequeadas, aparecen más personajes que denotan una inigualable diversidad en los bosques inundados de los Llanos: caimanes, pichones de garzas, caribes (pirañas), rayas, anguilas eléctricas, palometas.
“Y todo el inmenso acuario se extendía hacia el horizonte, como un lago de peltre donde flotan las plumas ambicionadas”.

La Orinoquía y la Amazonía son dos de las regiones con mayor biodiversidad en el planeta. La historia geográfica y biológica ha desencadenado en estos territorios un despliegue de vida e interacciones fascinantes. Para el ser humano puede ser hostil enfrentarse a la complejidad de las dinámicas de la existencia en estos entornos, como lo viven en carne propia los hombres en la selva.
Pero, además de la lucha del hombre por sobrevivir en una naturaleza abrupta, La vorágine es una ventana de descubrimiento para quienes hemos tenido la fortuna de recorrer algunos de estos paisajes y, para los que no, es la posibilidad de encontrar en la literatura y en las particularidades de la narración poética, a seres fascinantes y territorios biodiversos en la geografía colombiana.
* Juliana Soto-Patiño* es bióloga y se dedica a estudiar las aves de Colombia. Fotografías: cortesía de la autora. En portada: Garzón soldado (Jabiru mycteria). Interior: una bandada de aves acuáticas de los Llanos y un morichal.
Referencia bibliográfica: Arango, C. 2014. Garzón Soldado (Jabiru mycteria). Wiki Aves Colombia. (C. Arango, Editor). Universidad ICESI. Cali. Colombia.
A propósito de este mismo tema, compartimos esta imagen de Catalina López Arango, participante del Club de Lectura Virtual.
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Genial aporte! Es magnífico que Rivera haya poetizado la biología de una forma tan auténtica. Y por eso era necesario un aporte como este de parte de una bióloga. Sería genial que no dejes el tema aquí Patiño porque hay muy pocos materiales que relacionan la bio con la literatura de La vorágine, un video sería brutal!
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