La queja del niño negro: un poema de Jorge Zalamea Borda


Este artículo hace parte de la serie Leer un poema, una selección de poesía colombiana hecha en colaboración con los lectores. Participa recomendando la lectura de un poema colombiano.

El escritor colombiano Jorge Zalamea Borda (1905-1969) creía que, en el ámbito de la poesía, ningún pueblo es superior a otro. Esta es la tesis de su ensayo La poesía ignorada y olvidada, que le mereció el premio Casa de las Américas en 1965. Además de poesía, Zalamea cultivó géneros como el periodismo, el teatro y la crítica. Uno de los temas que más le preocupó fue la cultura popular, y no solo se nutrió de ella, sino que también dedicó parte de su trabajo a fortalecerla como “pensamiento y expresión de una colectividad”.

Con tan solo 16 años, Jorge Zalamea empezó a escribir crítica de teatro, y muy pronto pasó a producir sus propias piezas teatrales. De joven frecuentó el Café Windsor, en Bogotá, un lugar de reuniones de intelectuales de la época. Junto a otros escritores como León de Greiff, Germán Arciniegas y Rafael Maya cofundó la revista «Los Nuevos».

Más adelante, su carrera diplomática le obligó a desplazarse constantemente, lo que lo llevó a entrar en contacto con culturas de todo el mundo e influenció su futura producción literaria, como lo muestra el poema El sueño de las escalinatas, inicialmente escrito a la orilla del río Ganges.

El poema que compartimos hoy, «La queja del niño negro», da muestra de sensibilidad ante el problema de la discriminación racial, del desprecio a la afrocolombianidad, a la afrovenezolanidad, al afrondescendiente en cualquier latitud. La queja del niño afrocolombiano merece atención pues denota la desesperanza que existe frente al sueño de alcanzar una vida menos ingrata y más justa, porque ningún esfuerzo hasta ahora realizado por aquel niño ―aprender a leer, a escribir― le han alcanzado para conseguir revertir las indignas y penosas condiciones en las que vive. «Nada me sirve de nada porque soy un niño negro».

 

La queja del niño negro

Jorge Zalamea Borda

—Las tortillas de maíz no me saben a nada, madre.
Los níqueles no me sirven de nada, madre.
El traje nuevo no me alegra nada, madre.
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.
—¡Pero si estás hecho de miel y leche, hijo!
—¿De miel negra, madre?
—¡No! De miel…
—¿De leche negra, madre?
—¡No! De leche…

—Aprendí a leer y de nada me sirve, madre. 
Aprendí a escribir y de nada me sirve, madre. 
Aprendí a contar y de nada me sirve, madre. 
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.

—¡Pero si estás hecho de carne y hueso, hijo!
—¿De carne negra, madre?
—¡Ay!
—¿De huesos negros, madre?
—¡No! De huesos…

—Lo que tengo no me sirve de nada, madre. 
Lo que doy no me sirve de nada, madre. 
Lo que sueño no me sirve de nada, madre. 
Nada me sirve de nada porque soy un niño negro.

—¡Pero si estás hecho de sangre, hijo! 
—¿De sangre negra, madre?
—¡No! De sangre roja… Mira, como ésta… ¡Mírala! ¡Quieras o no, tienes que mirarla!

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Este artículo se hizo de manera colaborativa entre Doby González y Gustavo Adolfo Ochoa.

Si quieres saber más sobre la vida y obra de Jorge Zalamea Borda, puedes leer «Para una biografía intelectual de Jorge Zalamea», escrita por Andrés López Bermúdez de la Universidad de Antioquia, La entrada sobre el autor en la Enciclopedia del Banco de la República, y «Jorge Zalamea y la destrucción del personaje» un ensayo académico de Giuseppe Bellini de la Universidad de Milano.

¡Lee a Jorge Zalamea Borda! Entre los libros publicados entre 1936 y 1988 están El regreso de Eva, La vida maravillosa de los libros: viajes por las literaturas de España y Francia, El sueño de las escalinatas y Cantos: del alma, del combate y del atardecer.

Sobre este poema, Doby González, colaborador de Diario de Paz Colombia, comparte esta reflexión: «Todavía en pleno siglo XXI se experimentan situaciones que dejan al descubierto una arcaica aversión por las personas de piel negra. Que reine la esperanza para que estas situaciones no se sigan presentando y definitivamente nadie, absolutamente nadie, padezca discriminación, pues para construir la paz se deben reconocer las diferencias».

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Escrito por

Editor y lector de literaturas. Interesado en todas las formas del arte, apasionado por la mixología.

Un comentario sobre “La queja del niño negro: un poema de Jorge Zalamea Borda

  1. No importa si eres negro lo que realmente importa es que vives y tienes que difrutar la vida sacarle probecho alo que eres y no te sientas mal si eres negro porque hay muchos negros en la vida y disfrutan lo que son

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