En la siguiente entrevista, el académico y economista colombiano Germán Valencia, nos lleva en una reflexión sobre el rol de los ciudadanos y la academia en este momento histórico del país. ¿Cómo entender los conceptos de guerra y paz? Lee también: Tres libros (que puedes descargar gratis) para estudiar la historia reciente de Colombia.
Desde que estaba niño, el tema en la casa de Germán Valencia siempre fue el conflicto armado colombiano. Él nació en Pueblorrico, en el suroeste antioqueño, y creció viendo a sus hermanos y a su padre muy preocupados por la realidad del país. Un hermano suyo, León Valencia, hacía parte de la visión de la Teología de la Liberación y estaba tan comprometido que después ingresó a la guerrilla del ELN. Luego se desmovilizó y actualmente hace parte de la discusión nacional. Otro hermano suyo ha sido alcalde y también ha dedicado su vida a trabajar alrededor de esos temas.
Germán Valencia, por su parte, ha tomado el camino académico y, desde allí, ha estudiado el conflicto armado colombiano, sus orígenes y los estudios sobre paz negociada en Colombia. Él es magíster en ciencia política, economista y profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
Para él, en este momento crucial en la historia de Colombia es importante estudiar y comprender cuáles son las razones que han llevado a que existan nuestras conflictividades, es decir, descubrir las raíces de la enfermedad para, a partir de allí, comprender y tratar la enfermedad misma.
En esta entrevista, Germán Valencia cuenta cómo, a través de la historia, se ha estudiado el conflicto armado colombiano; habla sobre cómo acercarnos a los temas de conflicto y paz, y cuál es el reto de los ciudadanos y de la academia en la construcción de paz en Colombia.
Germán, usted ha estudiado la historia del conflicto armado colombiano en profundidad. ¿Qué significa para usted este momento en la historia del país?
Estamos en un momento crucial en la historia de Colombia. Se ha firmado un Acuerdo de Paz con un actor armado con el que se estaba en disputa desde hace más de cinco décadas. Y estamos presenciando la puesta en marcha de la implementación de un acuerdo que no habíamos tenido nunca.
Es vital que afrontemos esta etapa, esta coyuntura, con seriedad. Se requiere una población formada, necesitamos líderes para el posconflicto, gente que trabaje para la construcción de paz. Toda labor, por simple que sea, requiere personas con saberes. Y en general, cada colombiano podrá tener retos aquí.

En la academia el conflicto se puede estudiar desde muy diversos enfoques: lo político, lo económico, lo social, lo cultural, etc. ¿Cuál es su enfoque y cómo lo encontró?
Yo soy economista, pero el tema de la política está muy atado a la economía. En sus primeros años, la economía clásica se llamaba economía política. Trabajaba el problema del Estado, la administración de lo público, temas como la regulación, el crimen, la economía de la guerra. La política no era una preocupación científica, ¿cómo somos capaces de vivir en comunidad y no matarnos? ¿Cómo hacemos para poder vivir bien?
Vivir en comunidad es lo más humano que tenemos, y esa es la esencia de lo político. Mirándolo desde esa vieja economía política, la ciencia económica y la ciencia política están muy unidas en sus temas. Lo que pasa es que la economía se empezó a volver demasiado limpia, a tratar temas que solo tienen que ver con el mercado. Estudiando mi maestría me di cuenta de que había que trabajar los temas de las conflictividades, porque la base de la política es el estudio de aquello que nos une, y los conflictos y el poder son la base de ese elemento. Necesariamente cuando uno estudia la política, estudia conflictividades; estudia la guerra.
Eso lleva a pensar que la historia de Colombia ha estado ligada desde siempre a la guerra…
La violencia es un instrumento de poder. Desde la antigüedad, los conflictos, las violencias y las guerras, como elemento político y humano, han estado ligadas a la construcción de Estado. La expansión del mercantilismo, por ejemplo, entre 1500 y 1700, estuvo asociada al uso de la guerra como búsqueda de poder. Hay una famosa frase de Clausewitz: “La guerra es la política continuada por otros medios”. Así mismo lo podemos ver en Colombia. La construcción de Estado ha estado vinculada al concepto de guerra. En 200 años hemos tenido hasta 96 guerras.
Los conceptos de guerra y paz
Hay una discusión muy amplia sobre los conceptos de guerra y paz. ¿Qué luces puede darnos para comprender esto?
Siempre que intentamos aclarar un concepto, por simple que sea, puede abrirse una discusión. Yo le pregunto a usted, por ejemplo, ¿qué es una mesa? Usted me puede dar su definición, pero será una de hasta catorce que hay, todas diferentes. Hay dos formas de pensar: la vulgar y la científica. Creo que una definición hay que hacerla desde lo mental, lo conceptual, lo abstracto, lo teórico. El concepto de guerra-violencia-conflicto está ligado al concepto de paz, y de ellos se desprenden muchísimos otros conceptos: desplazamiento, víctima, reparación…
Si consideramos que los conceptos determinan nuestro existir, deberíamos saber por qué surgen, porque todo concepto tiene un origen, un pasado, una historia. Hay algo clave: lo político se va reconfigurando a medida que pasa el tiempo. Esto quiere decir que los conceptos no son fijos siempre, y por eso es importante ser precisos, diferenciar lo político, lo económico, lo social, lo de género. Para eso también sirve nuestra mente: para separar. Los conceptos son en sí diferentes, aunque tengan cosas en común.
Ahora se siente de pronto una urgencia por saber qué significa la paz, de qué hablamos cuando hablamos de paz…
Claro, nos encontramos en un momento crucial en la historia de Colombia. Llevamos mucho tiempo en guerra y estamos tratando de construir paz. Esto significa mucho, porque ya hay escuelas de construcción, cultura, educación, negociación de paz. Pero cada cosa de estas es distinta, porque cada paz es distinta. No es lo mismo la paz para usted que para las FARC, o para un niño, o para el ejército. La paz es distinta dependiendo de la persona y el contexto. Por ejemplo, las FARC hablan de una paz estructural, con cambios, con reformas, una paz maximalista; y esa no es la misma paz que mencionaban las AUC.
Con la guerra o con el conflicto pasa lo mismo. Para la Real Academia de la Lengua el concepto de conflicto es combate, lucha, pelea. Pero no nos podemos quedar en el conflicto, porque sólo si comprendemos los orígenes de este conflicto comprenderemos por qué se ha negociado la paz. De hecho, las FARC puntualizaron en la agenda de negociación, las causas de su conflicto. Un mismo concepto, como vimos cuando hablamos de paz, puede cambiar mucho dependiendo de las acepciones: guerra a muerte, guerra abierta, guerra atómica, guerra campal, guerra civil, guerra de cifras, guerra de precio… Para poder detenernos a explicar estos conceptos en el contexto colombiano es necesario apoyarnos en la historia, en lo científico, usar argumentos, de ahí que en la academia tengamos tantos retos y tanto trabajo por hacer.
Las universidades y la paz
En alguno de sus ensayos usted dice que la paz es un reciente campo de investigación en las ciencias sociales en Colombia. ¿Podría ampliar esta afirmación?
La violencia, la guerra, los conflictos armados, hacen parte de un estudio muy amplio. Lo que nos encontramos nosotros es que el conflicto y las violencias en Colombia fueron narradas primero por periodistas, cuentistas y novelistas, y por eso se han hecho tantos trabajos en Colombia tratando de buscar en las novelas la manera como se narraba la guerra. A pesar de que hubo una época de violencia muy fuerte, los que padecieron esa violencia fueron los que empezaron a narrar sus vivencias. Y generalmente tienen un carácter muy periodístico, anecdótico, literario.
La academia llegó tarde a estudiar el conflicto, apenas en la década de los años ochenta, sabiendo que teníamos un conflicto de más de cincuenta años. Pero los estudios del conflicto armado son posteriores a los estudios de la violencia. Primero se estudió la violencia, luego el conflicto armado y, finalmente, se está estudiando la paz.
¿A qué se debe que las universidades en Colombia apenas se estén dedicando al estudio de la paz?
Los estudios de paz en Colombia son muy recientes, solamente entre 1994 y 1996 la academia empezó a estudiar la paz. ¿Y por qué? Porque no eran sus líneas de trabajo. Los académicos nos habíamos metido en la dinámica que tiene el país, nos dedicamos a hacer eso por lo que nos pagan. Y a casi nadie le interesaba pagar por estudios de paz. Las agendas de investigación las hacen, de alguna manera, como en Norteamérica, las consultorías, la plata que hay. También nos dedicamos más a formar profesionales en las universidades para el hacer, para la construcción de sociedad, para consultorías, y menos investigadores.
Sólo a partir de la década de los noventa es que nace la universidad investigadora en el país. La Universidad de Antioquia es una de las principales porque nos consideramos “universidad investigadora”. Y, ¿qué significa eso?, que nos íbamos a dedicar a estudiar la realidad científicamente. Con esa misión, en los años noventa se crearon institutos dedicados a investigar, como el Instituto de Estudios Políticos, el Instituto de Estudios Regionales y el Instituto de Filosofía.
Una de sus líneas de investigación son los estudios sobre paz negociada en Colombia. ¿Qué estudios de paz realizados desde la academia puede destacar?
El libro que inauguró los estudios de paz y resolución de conflictos en Colombia se llama Una agenda para la paz: aproximaciones desde la teoría de la resolución de conflictos, publicado en 1995. El autor es Jesús Antonio Bejarano, y desde la Universidad Nacional empezó a trabajar el tema de paz. A él lo llamaba mucho el gobierno, y después de llamarlo tanto él pensó, y esto por qué no escribirlo, y escribió un libro que incluye teoría sobre resolución de conflictos, estudia los procesos de paz en Colombia hasta el momento y los compara con otros procesos de paz en Centroamérica.
Los estudios comparados amplios, de largo plazo, académicos, son muy recientes. Apenas llevamos diez, doce años en esto. Uno de los trabajos que ha tratado de hacer esto es, por ejemplo, el trabajo de Marco Palacios, Violencia Pública en Colombia 1958-2010. Eduardo Pizarro Leóngomez acaba de publicar Un futuro posible, y está mi propio trabajo doctoral que espero publicar este año, un estudio de todo el proceso de paz. Estos son trabajos que muestran visiones más amplias del conflicto y la paz, porque antes eran muy parcializadas. Lo interesante es que estos temas están siendo analizados ya desde muchas áreas: la filosofía política, el derecho, la sociología, la economía, la antropología, la historia, la ciencia política. Y esto nos muestra que tenemos no solo un conflicto, sino una inmensidad de conflictividades diversas en Colombia.
Retos de la academia en la construcción de paz en Colombia
Para terminar, en este momento crucial en Colombia ¿cuáles son entonces los retos de la academia para la construcción de paz?
Lo primero es que los estudios de paz deberían definir nuestras agendas de investigación. Nosotros debemos tener una agenda de estudios de paz, como tenemos una línea de estudios de guerra. Y la paz es una transformación que debe darse desde la manera de pensar el mundo, de cuestionarlo. La paz ha estado inmersa desde los antiguos, la paz romana es distinta, la paz oriental es distinta, la paz occidental. Hablemos de las paces. Y las paces significa ir a la cultura.
Si algo debería unirnos a las ciencias sociales es ese concepto, no de violencia, ni de guerra, sino la paz, las paces. Qué es la paz, qué es la cultura para la paz, qué es la educación para la paz, qué es construcción de paz, qué son los análisis de paz, qué son los estudios de paz, de paz negociada. Entonces se va ampliando esto. Entonces debería ser una agenda que nos ayude a entender bien, distinto, a mostrarnos la manera cómo debemos estudiarlo, cómo deberíamos educar en la escuela.
La invitación es a que cada uno desde su campo, piense la paz como un elemento que nos puede unir, que nos puede cambiar la manera de ver el mundo y que nos puede ayudar a ser muy comprometidos con nuestras profesiones en las ciencias sociales, si es que de verdad queremos construir la paz.
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